Rodrigo González, 2017
Psicología Transpersonal: un retorno al
origen
La psicología transpersonal nació, con el
nombre que actualmente presenta, a finales de los años sesenta, gracias al
interés de un grupo de psicólogos humanistas por explorar la dimensión
trascendente de la naturaleza humana.
Sin embargo, haciendo justicia con la
historia, el verdadero origen de las cuestiones que trata la psicología
transpersonal se remonta a la espiritualidad de culturas prehistóricas y
pueblos originarios. En especial, se destaca el legado de Sakya Muni, Jesús y
Laotse, por fundar la base cultural que sustenta la psicología transpersonal.
Etimológicamente, psicología significa
estudio del alma. Sin embargo, con la llegada del materialismo mecanicista, la
dimensión trascendente de la existencia humana fue desestimada como un objeto
de estudio legítima. Por consecuencia, la ciencia intentó diferenciarse de la
filosofía y religión, lo que incentivo el desarrollo de una psicología sin
alma, que consideraba la espiritualidad como un epifenómeno de segundo orden.
En cierta forma, el auge de la psicología
transpersonales es parte de un
movimiento neo-renacentista, un intento por retornar al origen,
intentando recuperar la antigua tradición espiritual de las culturas
prehistóricas y originarias adaptándolas a la compleja y vertiginosa forma de
pensamiento transmoderno y complejo.
La psicología transpersonal no es un
movimiento espiritual, esto debe quedar muy claro, pero estudia la
trascendencia y la espiritualidad, los distintos estados de conciencia y el
potencial más elevado del ser humano, basando su proceder en el conocimiento
que se deriva de este estudio, intentando desenmascarar el alma escondida
detrás de la persona para así, ayudar al ser humano a liberarse del sufrimiento
y la ilusión. Etimológicamente, transpersonal quiere decir precisamente esto, ir
más allá de las máscaras.
Etapas históricas de la psicología
transpersonal
Considerando a la psicología
transpersonal como parte de un movimiento neo-renacentista, se pueden
distinguir en la historia, a lo menos, tres etapas de la psicología, antes,
durante y después del auge del materialismo mecanicista:
1ra. En la antigüedad muchos estudiosos de la trascendencia
espiritual, se dedicaron a asimilar el origen primario de la naturaleza, el
orden del cosmos, su dinámica y la relación de estos procesos con la vida
humana. Desde la época de Sócrates, la trascendencia espiritual se comenzó a
estudiar en el contexto de la ética, específicamente la relación del ser humano
con el Bien y con Dios.
2da. En la edad moderna, la psicología fue influida fuertemente por el
materialismo mecanicista.
3ra. En la etapa que estamos viviendo actualmente, la psicología
transpersonal está viviendo un gran giro poniéndose a la vanguardia del cambio
paradigmático.
En este libro me concentraré en la
historia reciente de la psicología transpersonal relacionada con el cambio
paradigmático. Esta etapa puede ser dividida en cuatro sub-etapas:
1ra. Antes de la publicación de la primera revista de psicología
transpersonal, en la que se destacan autores como Fromm, James o Jung;
2da. Fundación, difusión e integración de la psicología transpersonal
con una serie de descubrimientos científicos enmarcados dentro del paradigma
emergente, en la que destacan autores como Maslow, Frankl, Murphy, Capra,
Bateson, Naranjo y Grof, entre otros;
3ra. Etapa marcada por los escritos de Wilber y la crisis de la ITA.
4ta. Revisión y revitalizaciónde la disciplina en la que desatacan
autores como Washburn, Ferrer, Daniels, Almendro, Laszlo, entre otros.
Psicología, perspectiva y movimiento
transpersonal
Es preciso distinguir, la línea a veces
difusa, entre psicología transpersonal, perspectiva transpersonal y movimiento
transpersonal para luego integrar estos conceptos en forma coherente.Ya he dado
una primera aproximación conceptual sobre lo transpersonal al comienzo del
capítulo, ahora intentaré precisarlo.
Por una parte, la psicología transpersonal es un área de estudio y disciplina aplicada,
(al igual que la psicología del desarrollo, la psicoterapia, la evaluación
psicológica, la psicología organizacional entre otras). Específicamente, el
objeto de estudio de la psicología transpersonal es la trascendencia, la espiritualidad y otros conceptos asociados
como la conciencia. Y por lo tanto, dentro de este campo de estudio, pueden
coexistir distintas escuelas de pensamiento (humanistas, psicoanalíticas o
cognitivo-conductuales, etc). A veces se confunde con la psicología de la
religión, pero no está restringida a este campo, pues hay muchas formas de trascendencia
y espiritualidad que no se encuentran circunscritas en una religión.
Por otra parte, el enfoque o perspectiva transpersonal es un nuevo paradigma, que
va mucho más allá de un área de estudio; es un paradigma adoptado en distintas
ciencias; y ha impregnado distintas escuelas de pensamiento, pasando a
conformar parte de la cultura popular. Algunos lo usan como sinónimo de enfoque
holístico, holográfico, sistémico-complejo, orgánico, postmaterialista, biocéntrico, transmoderno, o quántico; y aunque una mirada cuidadosa puede advertir algunas
diferencias entre los distintos títulos con que se etiqueta al nuevo paradigma,
es innegable que mantienen cierta afinidad.
La perspectiva transpersonal tuvo desde sus
orígenes una orientación interdisciplinar e intercultural, configurándose como
una metaperspectiva que estudia la relación entre diferentes cosmovisiones. Por
dar un ejemplo, en las conferencias de la International Transpersonal
Association (ITA) participaban, no solo psicólogos, sino también científicos de
diversas disciplinas, políticos, artistas y líderes espirituales. Esto hace que
la configuración de la perspectiva transpersonal sea muy compleja,
encontrándose importantes diferencias teóricas y prácticas al interior de esta,
así como distintos niveles de
legitimidad científica (Grof,
Lukoff, Hartelius y Friedman, 2010).
Cuando el movimiento comenzó a tomar
forma, Marlyn Ferguson (1980), comenta su impresión: "Está ocurriendo algo
que merece consideración; algo se está moviendo a una velocidad vertiginosa,
algo que no tiene nombre y que escapa a todo intento de descripción… por la
cualidad indefinible del Zeitgeist… ¿cómo caracterizar a esta marea de
fondo?... De pronto, caí en la cuenta de que… los participantes no se estaban
limitando a cooperar unos con otros. Estaban siendo cómplices. Ese «algo», ese
movimiento, ¡era una conspiración!”. Para Pierre Teilhard de Chardin, conspirar
significa “respirar juntos en función de una misma esperanza”, todos expresaban
la misma convicción: “Estamos asistiendo a una gran transformación...”.
Luego de décadas de investigación,
Almedro (2009) se volvió a preguntar “¿Qué es lo transpersonal?”. Su respuesta
no deja de ser desconcertante: “lo que no cesa de ser definido”. Efectivamente,
entrar en el terreno de lo transpersonal, no es una panacea milagrosa, sino más
bien una aventura compleja, incluso, son muchos los que se han perdido en la
dispersión y confusión, o se han desilusionado con el fraude, provocado por el
oportunismo y la falta de rigor. Pero mi intensión no es asustar al lector,
sino más bien recomendarle que mantenga una mente abierta, crítica y
constructiva.
Esta difusión puede interpretarse como un
estado pre-paradigmático, como un estado negativo que puede generar confusión.
Esto es bastante lógico si tomamos en cuenta la crisis planetaria que
transitamos, que nos obliga a replantearnos todo, contrastando distintas
visiones, revisar nuestro pasado, reflexionar sobre las preguntas existenciales
básicas, y buscar un propósito que le de sentido a nuestras vidas. Sin embargo,
desde otra perspectiva, esta vaguedad también puede comprenderse como una
virtud: en primer lugar, permite comprender los fenómenos como procesos
interrelacionados (hay que considerar que el prefijo “trans” implica por
definición cambio e interconexión); en segundo lugar, significa un abrazo a la
diversidad, sin intentar colonizar las subjetividades; en tercer lugar, exige
al investigador mantenerse atento y creativo, lo que compensa los
inconvenientes del apego al estatus quo; por último, deberíamos preguntarnos si
esta crisis es un estado de transición o una crisis permanente, en este último
caso, la difusión transpersonal puede ayudar a los sistemas que lo acojan a
adaptarse al acelerado aumento de la complejidad social.Sin embargo, creo que a
pesar de estas diferencias internas, la perspectiva transpersonal tiene varios
presupuestos compartidos, tales como una comprensión dinámica, interrelacionada
del ser humano y el cosmos, que se encuentra a la base de ciertos presupuestos
epistemológicos y éticos. Más adelante profundizaremos en estos postulados.
¿Cómo se llega a este punto de encuentro
de disciplinas, escuelas y culturas? Lo que usualmente sucede es que algunas
personas se empiezan a especializar en cierto dominio (administración,
educación, ciencias básicas, ciencias sociales, filosofía, arte, disciplinas
espirituales, etc.) y, en su quehacer, van descubriendo algunas implicancias distintivas de sus descubrimientos o de su
trabajo. Con el tiempo, sienten la necesidad de relacionar sus ideas con la
psicología transpersonal u otras ramas científicas con una visión transpersonal.
Este conjunto de personas con una perspectiva transpersonal en común son lo que
se conoce como movimiento transpersonal. Como habrá notado, la psicología
transpersonal ha asumido un rol protagónico dentro del movimiento
transpersonal, por lo que es inapropiado estudiarlos por separado.
El movimiento transpersonal está
compuesto por muchos círculos de pertenencia, de ellos se destacan tres que se
desarrollan de modo relativamente independiente: (1) Los místicos de cada una
de las vías espirituales tradicionales; (2) los círculos new age; (3) y el
círculo científico-filosófico (agrupados según escuelas de pensamiento y
disciplinas).
Es importante aclarar que, si bien el
movimiento transpersonal disfruta de cierta afinidad con la epistemología
constructivista (Mahoney y Granvold, 2005), la perspectiva transpersonal
responde a una tendencia mucho más amplia… el enfoque transpersonal integra no
solo una perspectiva epistemológica, sino también una metafísica, antropología
y ética.
Una de las definiciones más aceptadas
sobre lo que es transpersonal es dada por Walsh y Vaughan, por lo que les
dejamos algunas de sus ideas:
“Es evidente que la investigación transpersonal ha ido mucho más allá
de su disciplina fundacional –la psicología- y ha terminado penetrando en
campos afines tales como la psiquiatría, la antropología, la sociología y la ecología
transpersonal… Las disciplinas transpersonales se ocupan, pues, del estudio de
las experiencias y los fenómenos
transpersonales. Sus practicantes tratan de expandir sus respectivas
disciplinas hasta llegar a incluir el estudio de los fenómenos transpersonales.
Así pues, cualquier epistemología válida es bienvenida. Es por ello que, la
investigación transpersonal ha fomentado una aproximación transdisciplinar,
implicando apropiadamente los “tres ojos del conocimiento”: el sensorial,
introspectivo y el contemplativo”.
“Las experiencias transpersonales pueden ser definidas como aquellas
experiencias en las que la sensación de identidad
o el yo se expanden más allá (es decir, trans) de lo individual y lo personal
hasta abarcar amplios aspectos de la humanidad, la vida, la psique y el cosmos”
(Walsh y Vaughan, 1993)
Sin embargo, esta descripción aun resulta
incompleta, ya que, como objeta Jorge Ferrer (2002), “la meta de la búsqueda
espiritual no es tener experiencias espirituales”. Hay que considerar, como
explica Daniels (2008), que lo transpersonal tiene una agenda normativa, la
transformación profunda que nos ayuda a liberarnos de “nuestra existencia
habitual centrada en el ego”. Esto implica que las disciplinas transpersonales
poseen –además- los rasgos de una disciplina
científica aplicada. En relación a esto, Ferrer comenta:
“La teoría transpersonal, sin embargo, no es meramente otra disciplina
académica. La visión transpersonal es una forma de pensar y de vivir el yo, los
otros y el mundo que se puede manifestar de maneras diversas no sólo en los
estados transpersonales, sino también en las relaciones, comunidad, sociedad,
ética, educación, política, filosofía, religión, cosmología y en casi cualquier
otra área del pensamiento, del sentimiento y de la acción humana. Es decir, la
teoría transpersonal puede aportar un nuevo entendimiento y transformar
prácticamente cualquier fenómeno en el que participen los seres humanos. Cuando
digo que la visión transpersonal puede transformar el mundo, no estoy hablando
en términos poéticos o metafóricos. Lo que estoy proponiendo es que la
intención final de cualquier visión transpersonal genuina no es la elaboración
de modelos teóricos para comprender los fenómenos transpersonales, sino
engendrar una realidad intersubjetiva comparativa, una realidad transpersonal.
La meta última de la visión transpersonal es facilitar el nacimiento de un mundo
transpersonal” (Ferrer, 2003).
Pero la generación de un mundo
transpersonal no puede considerarse como un emprendimiento individual, requiere
necesariamente cierto nivel de participación intersubjetiva.
El espíritu de nuestros tiempos
La vida está en movimiento, la
transformación es la esencia de lo existente, el entendimiento humano nunca
alcanza su cima pues siempre se trasciende a sí mismo, las ideas que una vez
parecieron supersticiosas, locas, peligrosas o incomprensibles, se convierten
más tarde en verdades aceptadas. Con el tiempo solo quedan vestigios de todas
aquellas controversias y todo vuelve a su centro gravitatorio, para luego
volver a desplegarse en nuevos contrastes centrífugos
Venimos diciendo que estamos entrando en
un nuevo paradigma. Aceptamos la definición de paradigma en los términos Kuhn
(1978), es decir, entendemos el paradigma como un modelo compartido por una
comunidad científica. Pero no nos limitamos a dicha concepción, pues asumimos
que un paradigma integra toda una cosmovisión, es decir, remite a un patrón cultural
mucho más amplio, que integra una serie de patrones de pensamiento, acción e
interacción relativamente coherentes (Dockendorff, 2003).
Como se ha explicado, el mundo
transpersonal tiene raíces inmemoriales, se comenzó a gestar con el
romanticismo, se refinó durante la década de los 50´ y 60´, pero sus
consecuencias prácticas, recién hoy las comenzamos a asimilar.
Cerda (2012) hace un resumen de los
principios mecanicistas que se están superando con la perspectiva transpersonal;
en el siguiente cuadro esquematizamos algunas de sus conclusiones:
Materialimo-Mecanicista
|
Paradigma Transpersonal
|
Sujeto y objeto son independientes. Pueden ser separados por
completo: es posible una distinción neta entre unos y otros.
|
Sujeto y
objeto están interrelacionados. El objeto es inseparable del observador.
|
La
objetividad es posible (en virtud de tal independencia y separación netas).
|
El
conocimiento es una construcción producto de una relación entre sujeto y
ambiente.
|
La realidad es material.
|
Existen otras
dimensiones de existencia. La “realidad” es materia, energía, información,
etc.
|
La realidad –la materia- es mensurable, esto es cuantificable. La
cuantificación es la mejor forma de dar cuenta de la realidad.
|
La cuantificación
no siempre logra describir la complejidad de los fenómenos, es imprescindible
complementar con estudios cualitativos.
|
Todo hecho puede ser explicado como efecto de una causa. A produce
un efecto B y nunca a la inversa.
|
Los fenómenos
suelen ser bidireccionales y consideran múltiples variables
interdependientes.
|
La causalidad conlleva el determinismo, es decir todo hecho es
provocado enteramente por una causa o conjunto de ellas. Las causas explican
en plenitud el hecho.
|
Existen
fenómenos que escapan a toda explicación, pueden estar gobernadas por el
azar, la autorganización, un orden implicado, etc.
|
La realidad está compuesta por entidades –unidades materiales-
discretas, esto es, distintas y separadas.
|
Las entidades
y sus contextos forman sistemas que se disponen en diversos niveles de
organización.
|
La interacción entre tales
entidades discretas es mecánica, es decir, local.
|
Existen
relaciones gobernadas por efectos no-locales.
|
El espacio y el tiempo son constantes e inmutables. El tiempo influye
de manera uniforme (y con él, la causalidad) en una secuencia y dirección
única: pasado, presente, futuro.
|
El tiempo y
espacio son relativos.
|
La realidad excluye la contradicción. Si ésta aparece es producto
del error en la observación o el pensamiento, nunca es una propiedad de lo
real.
|
La “realidad”
es paradójica y puede contener aparentes contradicciones.
|
Las unidades complejas están compuestas por unidades más simples. El
todo de la unidad compleja es el resultado de la suma de las unidades más
simples.
|
Los sistemas
componen todos que son más que la suma de sus partes.
|
La realidad es comprensible con arreglo al reduccionismo, los hechos
o unidades más complejos pueden ser explicados enteramente a partir de los
hechos o unidades más simples.
|
La “realidad”
es compleja, dinámica e irreductible.
|
Como puede notar, a pesar de las
inconsistencias internas y fluctuaciones del nuevo paradigma, se aprecian al
interior de la perspectiva transpersonal varios presupuestos compartidos:
·
Holismo sistémico. El humano es un ser integral e
interrelacionado cósmosmicamente. Todo está relacionado, por lo tanto, se
pretende construir un enfoque que comprenda esta complejidad.
·
Epistemología
constructiva-participativa. Se parte de una posición más humilde. Puede que existan cosas que no conocemos
y la realidad tiene diversas formas de manifestarse en los distintos niveles de
organización, por lo tanto, no se intenta imponer una verdad. Sin embargo, no
se abandona la búsqueda de la verdad, se describe un proceso constructivo y
relacional de construcción participativa de la realidad.
·
Dinámica y Potencialidad.
Aunque el mundo se
encuentre en un estado crítico, la realidad es un proceso, una dinámica en continuo flujo y en consecuencia existe esperanza en el potencial del ser
humano y del cosmos para rectificarse.
· Trascendencia. Los seres humanos pueden liberarse de
los condicionamientos cultivando la bondad y la conciencia. Aunque no podemos
saber si nuestros principios son definitivos, estamos llamados a asumir una
posición, para así liberarse de las trampas del deseo y la manipulación.
Como defiende Cecilia Dockendorff (2003),
no nos encontramos frente a “una crisis cualquiera, sino de una que estaría
socavando las raíces más profundas de nuestra cultura occidental, aquellas
ideas y valores que sustentan la propia visión del mundo que subyace a una
cultura. Esto es lo que en términos técnicos, permite hablar de un cambio de
paradigma”. “La ciencia, principalmente la física, la biología, la
neurofisiología, y la psicología han hecho hallazgos que en algunos casos se
acercan y en otros francamente coinciden… con concepciones del más antiguo
pensamiento conocido”, echando por tierra el paradigma mecánico que dominaba la
ciencia. De esta crisis paradigmática, lo que surgirá, “no es un mero ajuste
estructural sino un cambio de máximas proporciones que inaugurará una nueva era
histórica”.
Algunos dicen que en este cambio de
paradigma nos estamos jugando la vida. No es exagerado, si consideramos que la
profunda crisis de nuestra civilización, donde prácticamente todos los aspectos
de la vida se ven comprometidos. Intentaré resumir esta compleja situación en
los siguientes puntos:
o
La
globalización (con sus implicancias económicas, culturales, tecnológicas, y
jurídicas), ha llevado la interdependencia a un alcance global y ha roto las
barreras culturales, constituyendo imágenes vertiginosas y caleidoscópicas del
mundo.
o
Vivimos un
aumento acelerado de la complejidad que hace cada vez más difícil comprender y
manejar las contingencias, es decir, todo se vuelve impredecible e
incontrolable. La realidad se ha vuelto fluida y dinámica, puesto que los
descubrimientos científicos se renuevan constantemente y consideran una
cantidad de variables creciente, la mayoría de índole probabilística o
no-lineal.
o
El
desarrollo tecnológico anuncia la venida de una transhumanidad donde se
desdibuja el límite entre el ser humano, la naturaleza y la máquina. Esto pone
en jaque nuestra ética e incluso nuestra continuidad como seres humanos.
o
Una crisis
ambiental que amenaza nuestra calidad de vida y la preservación de la vida en
el planeta (tanto la diversidad biológica y como la diversidad étnica).
o
Hay un
conflicto social en ebullición. Por una parte existe una serie de movimientos
sociales que cuestionan la concentración del poder y abogan por mayor
participación. Por otra, hay un conjunto de grandes potencias y poderes
fácticos con ambiciones omnipotentes (países como China y EEUU, grupos
económicos y fundamentalistas religiosos).
o
La verdad
se relativiza, y la conciencia pierde progresivamente su capacidad para
distinguir la realidad de las simulaciones.
Lo virtual se transforma en un nuevo espacio dimensional de la vida.
o
El alma
sufre con el vacío existencial y el debilitamiento de los lazos sociales; esto
restringe el nivel de conciencia y consume la subjetividad del ser humano,
haciéndolo más voluble e influenciable.
o
Los sistemas
de socialización tradicionales (como la familia, la escuela o la religión) y
los valores que encarnan (pudor, amor maduro, verdad, etc.) están en crisis.
o
Están
surgiendo una serie de desarrollos científicos que rebasan las explicaciones
convencionales, afirmaciones, que antes eran parte del misticismo, como “todo
está relacionado” o “todo es un gran holograma”, se han transformado en
principios científicos. Esto ha revitalizado el interés por las prácticas
espirituales del pasado.
o
Hay un
movimiento cultural que intenta dar
sentido a todos estos fenómenos y trabaja en la gestación del mundo que se
avecina. Llamamos a dicho fenómeno cultural, movimiento transpersonal.
Como se aprecia, el panorama es bastante
engorroso… Por el momento no necesitamos más diagnósticos, ni profesias, más
bien necesitamos trabajar en las soluciones.
Sin restar la responsabilidad personal
involucrada en la transformación de la realidad, es muy sensato, como advirtió
Jung (1934), considerar las tendencias colectivas, pues bien pueden
interpretarse dichas tendencias hacia el materialismo o la espiritualidad como
meros altibajos del espíritu de la época provocadas por una sobrecompensación
colectiva. Por ejemplo, el medievo sobrevaloró el espacio espiritual por sobre
lo mundano, luego por compensación colectiva la tendencia giro hacia el
materialismo. Entonces, cabe preguntarse ¿Estamos girando nuevamente hacia el otro extremo o llegaremos a una síntesis de dicha dialéctica histórica? Una de las claves estaría en aceptar o
integrar diversas polaridades: lo espiritual y terrenal, micro y macro, lo
universal y plural, el orden y caos, etc.
Los paradigmas surgen como una forma de
dar sentido a ciertas condiciones, y por tanto determinan nuestra visión de la
realidad, ampliando y limitando nuestras posibilidades. Todo paradigma siempre
tiene inconsistencias, pues en términos generales, los paradigmas funcionan en
torno a la convergencia, de modo que cualquier idea o práctica que disienta de
dicho modelo será instintivamente visto como una anomalía y tenderá a ser
rechazada. Pero cuando las condiciones cambian, el paradigma que una vez
parecía explicarlo y solucionarlo todo parece limitado o ineficaz. Entonces
todas aquellas ideas y prácticas dejadas en el campo de lo ilegítimo, vuelven
al cauce principal aportando con nuevas visiones que dan explicación a las
limitantes del paradigma anterior. Pero, ¿Qué ocurre si un paradigma es en
esencia fluctuante e inconsistente?
No lo se, pero más allá de esto, es
indudable que el movimiento transpersonales se enfrentan a un desafío
histórico. Rescatar el valor de la diversidad, y en un acto de amor unir todas
las voces en una misma melodía de forma armónica, de manera que cuando cada uno
se sienta vivo, acogido y uniendo voluntades con otros se sienta movido a
cambiar la realidad.
El desafío es monumental, ahora pasemos a
revisar la configuración del movimiento transpersonal…
BIBLIOGRAFÍA
http://vidaculturaycosmos.blogspot.cl/2017/02/bibliografia.html
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