Administración, Economía
y Política
Es difícil imaginar la emergencia de un mundo
transpersonal que no comprometa el poder del estado, el mercado y la sociedad
civil. En un comienzo esto solo parecía una quimera pero varios de los cambios
que vienen ocurriendo en la economía, la administración y la política, nos hacen
pensar que el movimiento transpersonal dejará de ser una tendencia marginal
hasta configurarse como un eje central de nuestro sistema que movilice
transformaciones trascendentes en grupos hegemónicos.
Administración
La espiritualidad en la
administración es un tema clásico, olvidado y luego reeditado. Solo basta con
recordar las observaciones de Weber sobre la influencia que tuvo el
protestantismo en el origen capitalismo. Como predijo Weber, la excesiva
racionalización de los procesos productivos llevó a una serie de problemas
psicosociales, que hicieron cuestionar el antiguo modelo de administración de
Taylor. Por otra parte, a medida que aumentaba la importancia de las maquinas
en la realización de actividades mecanizadas y la entrada en la era del conocimiento,
aumentó la importancia capital humano,
en especial del clima laboral y las competencias laborales como elementos
esenciales para potenciar la productividad y la competitividad.
La capacidad de
automatizar e integrar procesos tiene un impacto directo en la distribución de
empleos. Labores como la manufactura y la administración seautomatizan,
relevando las tareas humanas al ámbito de las relaciones humanas y la creación.
Los empleos tienden hacia los servicios y prefesiones técnico profesionales que
requieren habilidades sociales, manejo de tecnología, autonomía, flexibilidad y
complejidad (Pucheu, 2010).
Esta serie de cambios
hizo surgir un nuevo paradigma en la administración, la humanización de las organizaciones. Era necesario tener organizaciones
saludables e involucradas en procesos de mejoramiento continuo. En un comienzo
los administradores se inclinaron hacia los modelos de inteligencia emocional,
lo que paulatinamente devino en el interés por los modelos transpersonales.
Existen varias
aplicaciones de la psicología transpersonal en la administración. En primer
lugar, los elevados niveles de estrés
se han convertido en una de las principales problemáticas en el mundo laboral.
Muchos empleados y superiores han visto en la psicología transpersonal una
estrategia para lidiar con los estresores, por lo que se ha hecho bastante
común que organizan talleres de meditación, o de alguna terapia alternativa
como la aromaterapia. Al mismo tiempo, acompañando al estrés, se observa un
deterioro en el clima laboral.
En este sentido, se han vuelto populares los talleres de relaciones primales,
biodanza y la organización de retiros espirituales dirigidos a mejorar las
relaciones interpersonales y la motivación.
En segundo lugar, la
espiritualidad y la autotrascendencia han sido asociadas al liderazgo. En este sentido se destacan
dos modelos de liderazgo: transformacional y espiritual.
Según Bass (Nader y
Castro, 2007) el líderazgo transformacional tiene cuatro rasgos
característicos: Estimulación Intelectual, Motivación Inspiracional,
Consideración Individual e Influencia Idealizada. El líder transformador es una
persona íntegra que lleva a sus seguidores a mirar más allá e inspira a sus
seguidores inculcando el valor del trabajo con su propio ejemplo. El líder
transformacional se preocupa por su gente y los incentiva a para que
trasciendan sus intereses personales en virtud de los propósitos de la
organización. Finalmente el legado del líder se interioriza en sus seguidores,
permitiendo que su visión perdure en el tiempo a pesar de su ausencia.
El liderazgo transformacional se sustenta en
modelo teórico consolidado que ha demostrado sólidas relaciones con indicadores
positivos, como el rendimiento, la satisfacción y el clima organizacional. Hoy,
Bruce Avolio (2005) está estudiando variables mediadoras como la autenticidad,
la autoconciencia, el capital psicológico, la moralidad, la espiritualidad y
variables culturales (Avolio y Gardner, 2005).
El trabajo no es solo un
acto mecánico, tiene un sentido para el trabajador, porque cada trabajo se
realiza en la trama personal y social donde cobra un significado único, puede
ser una forma de realizarse, expresión del amor por la familia, o puede ser
parte de una vocación de servicio, puede revelar profundos sentimientos como la
facinación ante las maravillas de la vida y la naturaleza, la compasión ante el
sufrimiento ajeno, o un profundo deseo de verdad y justicia, las posibilidades
son infinitas. Considerando esta circunstancia, el líder espiritual se preocupa
genuinamente por desarrollar las necesidades espirituales de sus seguidores creando
un clima que favorece el bienestar y el rendimiento de la organización. Nutre
la vida interior de sus seguidores aportando una visión, alimentando la
esperanza y dando oportunidades para entregar amor en forma desinteresada. Como
resultado los trabajadores sienten que logran realizar su vocación, que su vida
tiene un sentido que trasciende sus intereses personales y se sienten parte de
algo mayor que les ayuda a mejorar las relaciones laborales y las relaciones
con el contexto de la organización (Fry, 2003; Giacalone, Jurkiewicz, y Fry,
2005).
Durante la última
década, el liderazgo espiritual ha estado
llamado la atención de los investigadores. Por una parte son llamativas las
implicancias psicológicas del modelo, pues se asocia a una mayor motivación
intrínseca, satisfacción vital y un mayor compromiso organizacional. Por otra
parte, el modelo de liderazgo espiritual ha despertado interés por sus
implicancias sociales y ecológicas. La ayuda mutua prestada entre los
empleados, el servicio a la sociedad en general y el cuidado del medio ambiente
permiten un mejor acoplamiento a la cultura de los nativos y la sustentabilidad
que las organizaciones necesitan.
Como las características
del liderazgo se encuentran cruzadas por variables culturales, el liderazgo no
se relaciona con ninguna religión en particular. No obstante la relación entre
el liderazgo transformacional y el liderazgo espiritual resulta evidente; quisás
solo se trata de una diferencia de énfasis, mientras que el líder transformador
da lo mejor de sí para que los otros den lo mejor de ellos, el líder espiritual
estimula lo mejor de los otros para sacar lo mejor de la organización, el
modelo de Bass y Avolio está más centrado en el líder, en cambio el modelo
de Fry se centra más en los seguidores.
Algo interesante es que el líder espiritual se adapta mejor a las distintas culturas
y creencias espirituales, en cambio el líder transformador tendría una mayor
inclinación a transformar las culturas y las creencias espirituales ¿Acaso
ambos modelos describen dos etapas de un mismo proceso o dos dimensiones de un
mismo fenómeno? Entonces cobra sentido las teorías del liderazgo situacional,
el liderazgo es un fenómeno que requiere tanto de condiciones internas del
líder como condiciones contextuales, ya que un liderazgo efectivo radica precisamente
en el establecimiento de una conexión entre lo interno y lo externo. Como
explica David Fischman (2005) “no podemos ser verdaderos líderes
transformadores si, primero, nosotros mismos no evolucionamos como persona… El
verdadero líder es aquel que tiene un poder interno generado por su propio
desarrollo emocional y espiritual. No busca liderar para obtener poder; por el
contrario, usa su propio poder interno para liderar con sabiduría y servir a
los demás”. Quisás la mejor forma de desarrollarse internamente y evitar los
vícios del seudoliderazgo es el descentramiento, es decir, precisamente lo que
hace el líder espiritual preocuparse por los otros y solo luego transformar.
Dos de los más grandes desafíos que enfrentan las organizaciones en
nuestro siglo son la responsabilidad social corporativa enmarcada en procesos
de mejoramiento contínuo de la organización y el desarrollo personal de los
empleados. Raj Sisodia y John Mackey (2014), han resumido el nuevo modelo de
administración en cuatro puntos: (1) la organización no se limita a la
sustentabilidad económica, busca un propósito elevado para existir, (2) las
organizaciones gestionan relaciones ganar-ganar con todos los Stakeholder o grupos de interés, (3) el desarrollo de una cultura conciente que
permita vivir plenamente valores trascendentes, (4) un liderazgo al servicio a
la gente.
La espiritualidad y la
autotrascendencia puede formar parte de la cultura organizacional, un marco de valores organizacionales, la
ventaja de incorporar estos valores es que promueven experiencias como una
conexión personal de los trabajadores con el contenido y los procesos de sus
trabajos, permitiéndoles vivenciar sentimientos positivos hacia su ambiente de
trabajo en general y facilitando un sentido de conexión con otros de una manera
que provee sentimientos de regocijo y totalidad. Comúnmente la cultura
organizacional autotrascendente viene acompañada de una comprensión profunda
sobre los efectos históricos y contextuales de sus actividades productivas. Es
por esto que normalmente se encuentra asociada a políticas de responsabilidad
social organizacional, promoción del trabajo decente, la protección del medio
ambiente, o permitir la integración de las familias de los trabajadores. Pero
no es suficiente con establecer estos valores en la visión y misión, además es
necesario cambiar los procedimientos normativos y prácticas cotidianas para
permitir que estos valores se realicen y es necesario que los trabajadores
interioricen estos valores, de manera que se logre una adecuada congruencia
entre los valores y aspiraciones espirituales de los empleados con los de la
organización.
El vertiginoso ritmo de
los cambios sociales y económicos ha hecho necesario desarrollar programas de mejoramiento continuo, algunos modelos
de desarrollo organizacional que están inspirados en prácticas espirituales se
han convertido en una interesante alternativa, ya que la espiritualidad aumenta
el significado de las experiencias laborales, al apoyar el crecimiento, el
avance personal y profesional (por ejemplo, el sistema kaizen se inspira en el
Zen o el modelo espiral dinámico de Wilber). También, la gestión por competencias
ha recogido el modelo holístico de la educación y ha comenzado a aplicarlo
paulatinamente en las organizaciones. En este sentido, las organizaciones dan
cada vez mayor importancia a la participación de los trabajadores, de ahí se
derivan los modelos de administración por objetivos, las evaluaciones 360° y la
conformación de círculos de calidad total, donde los empleados gozan de mayor
autonomía y posibilidades de influir en el rumbo de la organización. No es de
extrañar que, en el futuro, los empleados puedan administrar o incluso hacerse co-propietarios
de cierta parte de los medios de producción.
Economía
¿Qué relación puede
existir entre la espiritualidad y la economía? Al principio suena como mezclar agua
y aceite, no obstante, como veremos hay varios puntos de encuentro entre el
movimiento transpersonal y algunas tendencias económicas recientes que valen la
pena mencionar.
Según Max Neef (2009) nuestro
sistema económico es una seudo religión en rumbo de colisión. Examinemos esta
declaración por partes.
Como todo el mundo sabe tras la crisis del modelo mercantilista, surgieron dos grandes modelos
económicos: la economía capitalista promovida por los neoliberales y la economía
centralmente planificada impulsada por los comunistas. Ambas difieren en torno
al rol que debe cumplir el estado en el desarrollo económico. Para los neoliberales
el estado debería interferir lo menos posible en las normas del mercado, en
cambio, los comunistas indican que el estado debe ser tomado por el
proletariado para dirigir la economía. Comencemos revisando dos citas
memorables de estas dos corrientes económicas:
"El hombre necesita casi constantemente la ayuda de sus
semejantes, y es inútil pensar que lo atenderían solamente por benevolencia
(...) No es la benevolencia del carnicero o del panadero la que los lleva a
procurarnos nuestra comida, sino el cuidado que prestan a sus intereses".
Adam Smith, en la Riqueza de las Naciones
“Estos continuos enfrentamientos entre clases
sociales, con sus ideas políticas e ideológicas asentadas inconscientemente en
sus intereses económicos, son la verdadera base y el verdadero motor de la
historia”. Marx y Engels, en el Manifiesto Comunista.
Se dice que la economía estudia la eficiente distribución de los
recursos para satisfacer las necesidades del ser humano. Pero como puede
apreciarse en las citas, tanto el capitalismo como comunismo presuponen que el
motor de la economía es el “interés material”, en el caso del capitalismo es el
interés del individuo por sí mismo, en el caso del comunismo el interés de una
clase social por sí misma, pero en cualquier caso un interés materialista; por
lo tanto, el sistema económico reinante queda reducido a simples medios para
obtener dinero y poder.
No obstante, desde una
perspectiva transpersonal el consumo y
la producción no son motivados meramente por la obtención de intereses
materiales. Los actos económicos sólo son una parte de una serie de
decisiones que le permitirán al ser humano realizar un proyecto de vida
dirigido a la trascendencia. La verdad es que tras la aparente neutralidad
valórica de la economía moderna se esconden una serie de mecanismos
espirituales que se derivan de la concepción de los sistemas de dones
recíprocos y los ritos de sacrificio (Mauss y Hubert, 1898; Mauss, 1924).
En la era preindustrial, sucedió
un importante proceso de transición económico-espiritual, en un comienzo, cuando
los seres humanos podían asegurar su supervivencia directamente de la caza y
recolección las ofrendas de agradecimiento se daban a los espíritus de la
naturaleza, luego, a medida que el pastoreo, la agricultura y el comercio asumen
una función cada vez más importantes en la economía las ofrendas empezaron a
darse también entre seres humanos ¿Qué impacto tuvo esta transformación? Al revisar
prácticas antiguas, nos damos cuenta que eran los dioses los verdaderos
propietarios de las cosas, y que solo mediante los ritos de sacrificio los
humanos podían adquirir derechos de propiedad sobre los bienes. En estos ritos,
el poseedor quedaba a la vez poseído por los espíritus propietarios, rebajados
espiritualmente a la voluntad del verdadero propietario, a menos que entregara su poder, estatus, honor, prestigio o riqueza a
cambio de su liberación. Con el tiempo, esto transmutó en el principio básico de todo acto
comercial: la consagración (entrega de la propiedad) y posterior
desacralización (pago) se avala en un ser o principio justo que hace retornar
las cosas a su propio origen, en forma similar a como lo haría la mano invisible
que imaginaban los capitalistas.
También encontramos gérmenes de la economías centralmente
planificadaen los ritos de sacrificio. Dado que los pobres no podían pagar por
sus ritos de sacrificio, su desacralización queda suspendida ante la esperanza
de un salvador que pueda pagar por ellos. En dicho contexto, cuando los sacerdotes
empezaron a donar parte de las ofrendas de sacrificios a quienes más lo
necesitan comienzan a institucionalizar también sistemas de protección social y
otras formas de ayuda social organizada. Visto y en consideración, no resulta extraño que
los teólogos de la liberación consideren la usura y la plusvalía como formas de
robar el alma de otros seres humanos.
Al parecer, cuando los
economistas modernos escapaban del oscurantismo medieval para aferrarse al
materialismo mecanicista desestimaron otros aspectos del ser humano como la benevolencia,
la espiritualidad y la necesidad de trascendencia, que en el fondo siempre se
encontraron implícitas en las actividades económicas. La economía moderna se
basa en un anticuado modelo científico, el materialismo mecanicista que suponía
que toda acción tenía una reacción, que las mediciones debían ser objetivas y
que las variables podían mantenerse
aisladas y bajo control. El materialismo mecanicista consideraba que lo único
que realmente existía era la materia inerte y cuantificable y desestimaba toda
experiencia subjetiva, quedando un mundo sin sentido que alienaba al ser
humano. El hombre moderno, en presencia de dicho vacío existencial intenta
llenarse con lo único que considera real: lo material y cuantificable, es decir
el dinero (Pigem, 2009). Sin embargo, es solo una ilusión, pues no hay nada más abstracto en impersonal que el dinero, es solo papel, o un conjunto de datos virtuales, no tienen una existencia real más allá del significado que nosotros le demos, puede apreciarse tan fácilmente como se deprecia, como si se tratara de un espejismo o un espectro que nos juega una mala broma. Hoy en cambio escuchamos a economistas como Alfredo
Sfeir (2004, 2009) plantear que el desafío de nuestro milenio consiste en
reconciliar la economía materialista con la espiritualidad ¿por qué? ¿Cómo
ocurre un cambio tan grande?
Durante las últimas
décadas, el modelo socioeconómico neo-liberal ha mostrado sistemáticamente sus
falencias. Una investigación reciente, liderada por Safa Motesharri, ha
revelado que nuestra civilización industrial se dirige a un colapso cercano. Son
varios los factores que se conjugan en esta trampa: los cambios en la
demografía, la distribución desigual de recursos, la inestabilidad económica,
la explotación indiscriminada de recursos naturales, la pasividad de los
líderes mundiales y la fuerza del hábito. Pero sin duda, el aspecto más
interesante de la investigación es que la médula de la crisis es un problema de
conciencia; dado que las élites
disfrutan de muchos privilegios pueden continuar su descarriado estilo de vida sin tomar
conciencia del inminente colapso en que se encuentra su civilización (Ahmed, 2014). Hasta el momento, el
crecimiento económico nos había hechizado con su cifras mientras el consumismo
sobornaba nuestra conciencia, pero tras las crisis económicas han dejado al
descubierto la profunda crisis del sistema económico, ecológico y social, y con
ello se ha derrumbado la visión moderna del mundo (Pigan, 2009).
Por todo esto, paralelo
al desarrollo del cauce principal de la economía, las corrientes altermundistas
vienen planteando con mucha fuerza la
necesidad de generar un nuevo sistema socioeconómico, más sustentable,
saludable y humano (Martos,
2012). El cambio ha sido lento, pero si ponemos atención vemos que se están
revalorizando otras formas de capital, distintos al capital físico y
financiero, tales como el capital humano, el capital natural, el capital
social, el capital espiritual, el capital institucional, etc., y los
inversionistas comienzan a prestar atención no solo a la rentabilidad, sino
también a la estabilidad de los gobiernos, a la ideosincracia de la gente y a
la sustentabilidad ambiental cuando emprenden un negocio. Y a nivel
macroeconómico vemos que no solo estudia el PIB (Producto Interno Bruto), sino
que surgen conceptos innovadores como el Índice de Desarrollo Humano o el
índice de Felicidad Interna Bruta.
Probablemente la más
urgente de las problemáticas del sistema económico es la crisis ecológica. Roderick
Nash (1976) al revisar la genealogía de lo salvaje, descubrió que para los
nativos, no existe el concepto salvaje. Por ejemplo, para un nativo de malasia
el estar perdido en la selva resulta divertido, como si dijéramos que estamos
perdidos en nuestra casa. Nash llega a la conclusión que es el ser humano el
que hace salvajes los hábitats. Durante la transición económica-espiriual que
hemos descrito, al establecerse los primeros asentamientos urbanos y la vida
sedentaria, surgió en consecuencia, el concepto de lo salvaje como algo que hay
que temer, controlar y subordinar.
Si recuperamos el
significado original de la “economía”, debemos remitirnos al griego
oikos-morada y a nomos-ley, es decir, el orden que se da al hábitat. Desde esta
perspectiva la economía está íntimamente relacionada con la ecología. Pero, lamentablemente
la economía ha desconocido su origen, se ha concentrado únicamente en el
“progreso material”, ocasionando el desastre ecológico que todos conocemos. Existen
varios fundamentos que relacionan ámbas temáticas, de hecho, “los procesos de
creación de riqueza, que están en la base de la destrucción ambiental, son los
determinantes más eficaces en la creación y manutención de la pobreza. ¡Y el medio ambiente afecta y es afectado por
estos procesos!” (Sfeir, 2005; 2009).
Ya hace mucho tiempo Arne
Naess, había diferenciado entre ecología superficial y ecología profunda, pero
solo recientemente se han incorporado la ecología profunda como parte de los
análisis socioeconómicos, por medio de análisis de ingeniería ambiental. La humanidad es parte de un entorno, y debe
procurar con este una relación armónica para ser sustentable, lo que solo puede
lograrse realizando cambios culturales, políticos y económicos profundos
(Goleman, 2009).
Hasta el momento se han
ideado dos formas de generar el cambio económico que requiere la ecología
profunda: una es el desarrollo sustentable, la segunda el decrecimiento
económico.
El desarrollo sustentable
es un concepto en evolución. En un comienzo la Comisión Brundtland estableció
el desarrollo sustentable como aquel modelo económico que es capaz de
satisfacer las necesidades de la presente generaciones sin comprometer las
necesidades de las futuras. Más adelante se propuso que la economía sustentable
debía alcanzar una armonía entre la actividad económica, ecológica y social,
procurando el desarrollo de una esfera sin afectar el progreso de las otras.
La tesis central del
decrecimiento es que vivimos en un planeta limitado, y que en consecuencia la
economía industrial no es posible un crecimiento económico continuo, si no es a
costa de una mayor entropía en el entorno. La propuesta del decrecimiento es
reducir progresivamente el consumo, o como plantea la economía budista “vivir mejor con menos”, maximizando el
bienestar mediante la disminución gradual de las necesidades. En igual
sintonía, Max-Neef (2009) ha reivindicado el modelo hacia dentro añadiéndole
algunos alcances: es necesario disminuir la escala de producción adecuándola a
las necesidades reales de la población local y disminuir la importación a
exepción de aquello que no podamos producir.
El segundo gran problema
del modelo económico dominante es la desigualdad, se trata de un drama global pero
que en nuestro país se vuelve insoslayable. Chile es uno de los países más
desiguales del mundo (Contreras, 1999) junto a economías tan distintas como
Brasil, China, Sudáfrica, EEUU e incluso países europeos como España ¿Cómo
llegamos a niveles de desigualdad tan preocupantes? La verdad es que la
desigualdad tiene raíces históricas muy profundas, lo vemos en la lógica
colonialista y sobre todo en los fundamentos de la economía moderna que veía en
la “competencia” o “lucha” el manantial del desarrollo. La lógica que aplica
burdamente la teoría de la evolución de Darwin a los procesos económicos no
logró la eficiente distribución de recursos que pretendía, derivando en una
competencia monopólica o duopólica de fatales consecuencias. Por contraste, los
nuevos modelos económicos dan un giro y enfatizan los procesos de cooperación y
autorganización de los sistemas económicos (Schuschny, Heymann y Perazzo, 2001).
En Chile se han seguido
dos infructuosas estrategias de desarrollo: hacia dentro y hacia fuera; cada
una de ellas con consecuencias diferidas en la desigualdad y el crecimiento. La
estrategia de desarrollo hacia dentro, implementada antes de 1973, buscaba
incentivar la producción interna, proteger a las industrias nacientes e
independizar la economía nacional del resto del mundo, lo cual logró disminuir
significativamente la desigualdad pero generó una seria crisis en la balanza de
pagos del país, que la volvió insostenible (Contreras, 1999; Eyzaguirre,
Marcel, Rodríguez y Tokman, 2005). La estrategia de crecimiento hacia afuera posicionó
la exportación de nuestros recursos naturales, mediante la liberalización económica
del sector. Aunque esta estrategia tuvo algunos efectos positivos, en general,
no logró un crecimiento sostenido y aumentó dramáticamente la desigualdad
(Contreras, 1999; Eyzaguirre, Marcel, Rodríguez y Tokman, 2005).
Otras regiones han tenido
problemas similares con la liberalización del mercado, por ejemplo, en EEUU la alianza entre el sector político, los
bancos y las inmobiliarias generó una gran burbuja. Mientras que en las cifras
todo parecía crecer, la verdad es que las normativas no se aplicaban
eficazmente, todo era un espejismo, la economía se apoyaba en unos cimientos endebles.
En Europa el mercado único combinado a políticas neoliberales, como la libre
circulación de capitales, los elevados niveles de endeudamiento en algunos
países, y la inadecuada regulación trajo consigo un menor crecimiento y una
mayor inestabilidad. Como las personas y las empresas podían emigrar libremente
para evitar las deudas y los impuestos, los bancos y los gobiernos fueron
sometidos a una fuerte presión, lo que a su vez, creó una presión para bajar
los salarios y empeorar las condiciones de trabajo. Finalmente, las políticas
de austeridad y la carga fiscal se trasladaron a los trabajadores (Stiglitz,
2012).
Entonces ¿Qué hacer? Como
explica Joseph Stiglitz (2012), aunque un cierto grado de desigualdad es inevitable, pues “algunos individuos trabajan
más y más tiempo que otros, y cualquier sistema económico que funcione bien
tiene que recompensarlos por esos esfuerzos”, lo que ha quedado demostrado es
que la teoría del goteo no funciona, pues en la práctica, en un sistema
neoliberal las riquezas de los más ricos se han acumulado a expensas de los más
pobres, por contraste, la doctrina contraria sí podría funcionar “todo el mundo
—incluso los de arriba— podría beneficiarse dando más a los de abajo y a los de
en medio”. El perjuicio más obvio de la distribución ineficiente de ingresos se
focaliza en los más pobres, y sin duda aquellas familias de menor ingreso viven
una vida muy complicada, pero hace algunos años Wilkinson y Pickett (2009)
publicaron un estudio que generó gran revuelo, al relacionar indicadores
epidemiológicos de la población general con los niveles de desigualdad.
Factores tan diversos como el nivel de confianza interpersonal, movilidad
social, los problemas de ansiedad, la salud física, población reclusa,
violencia, consumo de drogas, obesidad y embarazo adolescente se relacionaban
positivamente con los niveles de desigualdad. Todo indicaba que la desigualdad
no solo afectaba a los más desfavorecidos, también afectaba a la sociedad en su
conjunto, incluidos los más ricos.
Una posibilidad es
incursionar en la estrategia I+D+I (Investigación, Desarrollo, Innovación).
Chile se ha inclinado hacia esta última tendencia tras el retorno de la
democracia. Stiglitz (2012) afirma que un aumento equilibrado de los impuestos a
los más ricos y una mayor inversión en educación podría poner fin al aumento de
la pobreza y de la desigualdad, y al mismo tiempo mantener un sano crecimiento.
Chile además ha tratado de combinar las ganancias de una economía abierta, con
un estado capaz de corregir las fallas de mercado y debrindar una red de
protección social focalizada en la población más vulnerable (Contreras, 1999;
Eyzaguirre, Marcel, Rodríguez y Tokman, 2005). A esto hay que añadir que la
inversión en educación y protección social, debe venir acompañada por un
aumento en la demanda de este capital humano de parte del sector productivo
nacional, para evitar la fuga de cerebros o la cesantía ilustrada. En este
sentido, es necesaria la creación de nuevos empleos, el fomento de tecnologías,
la innovación y el emprendimiento (Eyzaguirre, Marcel, Rodríguez y Tokman,
2005).
En términos abstactos, lo
que se deduce del estudio de los problemas ambientales y la desigualdad es que
el bienestar colectivo no se puede calcular como un agregado de bienestares
individuales, pues existe una interdependencia en la satisfacción de las
necesidades. Daron Acemoglu y James Robinson (2012) han descubierto que las
economías exitosas son aquellas que tienen instituciones “sólidas e
inclusivas", donde los ciudadanos tienen igualdad de acceso a ellas. En
cambio, las economías que fracasan son los que tienen instituciones “débiles o
extractivas", diseñadas por una élite para "extraerles" provecho
a los demás.
Este es un punto que vale
la pena profundizar. Kenneth Arrow
(1974) es un economista que ha analizado la conducta de los agentes económicos
cuando deben racionalmente tomar decisiones colectivas en beneficio de los
miembros de dicha colectividad. Cuando se toman decisiones económicas es
necesario establecer relaciones de transitividad entre los bienes, sin embargo,
se presentan algunas dificultades para tomar decisiones a nivel grupal, pues
las preferencias de uno pueden contradecir las de otro, en otras palabras, no
es posible decidir por medio de un sistema de votación criterios generales para
toda la comunidad, pero que representen, al mismo tiempo, las preferencias de
los individuos. Arrow explica que para asegurar una buena representatividad es necesario
garantizar algunas condiciones: el principio de dominio no restringido, según
el cual, deben haber tantas alternativas de elección como categorías de
preferencias a nivel individual, si un grupo significativo de personas prefiere
algo, debe existir la opción de elegirlo; y el principio democrático, de
acuerdo a este, no debe haber una ordenación de las preferencias, que no tome
en cuenta la preferencia de grupos significativos, las elecciones no pueden ser
impuestas.
Es decir, la riqueza no
es una condición suficiente para la satisfacción de necesidades, además es
necesario el establecimiento de un sistema democrático que garantice que los
derechos humanos se traduzcan efectivamente en un ejercicio de libertades
individuales (Sen, 2011). La riqueza es solo uno de los medios para conseguir
la felicidad y la plena realización de la libertad del individuo. Como demostró
Amaryta Sen las desigualdades están dadas por un déficit de oportunidades. Sociedades
aparentemente ricas pueden ser pobres en otros ámbitos, si dicha riqueza no
logra traducirse en oportunidades, por lo tanto los individuos han de ser
convocados a participan activamente en el establecimiento de las prioridades de
desarrollo y el Estado debe crear institucionales que salvaguarden la plena
expresión de las capacidades humanas.
Nos encontramos en las
puertas de la sociedad posindustrial, entrando a un proceso de desarrollo
posterior al de industrialización, caracterizado por un predominio de la
entrega de servicios, un aumento en el uso de tecnologías, una valorización de
la gestión del conocimiento (Bell , 1973). Junto a este cambio económico se
produce un tránsito cultural de gran relevancia, el paso de valores
materialistas a valores transmaterialistas, la población deja de valorar tanto
la estabilidad económica, el desarrollo de las fuerzas armadas, y el combate de
la delincuencia y comienzan a valorar más el desarrollo de una sociedad menos
impersonal, la participación y la libertad de expresión. Este cambio viene
acompañado de mayor bienestar subjetivo, mayor interés en la protección del
medio ambiente, mayor tolerancia al exogrupo y mayor participación en
decisiones políticas y económica (Inglehart, 1999). Mientras el crecimiento
económico se relaciona a valores materiales, el desarrollo humano relaciona con
valores más solidarios (Ros, 2001).
Preindustrial
|
Industrial
|
Posindustrial
|
Caza, pesca, recolección, agricultura, pastoreo
y artesanía.
|
Manufactura,
comercio, construcción y extraccionismo.
|
Gestión de conocimiento y Servicios.
|
Materias primas
|
El capital
|
El saber y las relaciones
|
Tradición
|
Burocracia
|
Trabajo en redes autogestivas
|
Animismo
y Grandes Religiones
|
Materialismo Mecanicista
|
Postmaterialismo
|
En una sociedad
posindustrial resulta especialmente importante que los ciudadanos puedan
participar en las relaciones oferta-demanda. En este sentido, el modelo de
“comercio justo” y de “transparencia radical” otorga al consumo responsable la
responsabilidad de regular el mercado. El consumidor tiene como nadie el poder
de cambiar los medios de producción, por ejemplo, puede preferir productos y
servicios que tengan una menor huella de carbono o que hayan sido producidos con
trabajo decente o que no contengan químicos dañinos (Goleman, 2010). Pero este
reto tiene grandes limitaciones, ocasionadas por la lógica del dominio del
conocimiento y los flujos de información.
Adam Smith creía que,
para lograr asignar recursos de forma eficiente, se requería que la información
esté al alcance de todos. Pero el economista George Stigler (1992) manifiesta
que existe una gran “asimetría de la
información” entre las empresas y los consumidores, lo que impide el
desarrollo de un mercado justo y eficaz. En un escenario donde la producción de
conocimiento y el manejo de la información se asocian a la lucha por el poder,
se desarrollan serios “riesgos morales”, al delegar en otros la toma de
decisiones, corrompiendo el funcionamiento del sistema económico.
Aunque el coste de la
ignorancia suele ser superior al costo de la información, no debemos por esto
intentar asimilar toda la información, sin antes evaluar como invertimos
nuestros recursos para producirla, conseguirla o comprenderla, y la cantidad de
información que requerimos. Pues, como explica Stigler, asimilar la información
no es sencillo. La información, en comparación con otros bienes materiales,
puede reproducirse, almacenarse y distribuirse sin mayores dificultades. No
obstante, Stingler demostró que las intervenciones estatales destinadas a darle
“transparencia” al mercado no siempre resultaban efectivas sin antes cumplir
ciertas condiciones. Para que la información transparentada sea efectiva, se
requiere que esta información sea de bajo costo y alto beneficio. Algo de esto puede ser afectado por los nuevos descubrimientos tecnológicos y la construcción del Big Data, pues afectan precisamente el modo en que se procesa la información, sin embargo, todo apunta a que se tiende a profundizar la asimetría de la información.
Detrás de esto hay una
verdad ineludible, toda información posee beneficios y costos, más aún, el
exceso de información aumenta el valor de la información clasificada, lo que
motiva a las personas, empresas y gobiernos a crear normas y sistemas de
seguridad que permitan resguardar la confidencialidad y propiedad de la
información, en ello están involucrados problemas como la transparencia,
propiedad intelectual y la biotecnología. Es por esto que el tránsito hacia una
economía del conocimiento genera tanta suspicacia entre algunos sectores. La
transición hacia un capitalismo cognitivo tiene un lado oscuro. Los
capitalistas no solo quiere apropiarse del dominio de las cosas materiales sino también del espíritu, las ideas, los sentimientos y los vínculos. Las trabas al
acceso de la información significan una especie de secuestro de las almas, que
lleva a “empobrecimiento cultural” dificultando a los pueblos autogenerar sus
superestructuras (Aguilar, 2011).
Aunque la globalización
impone un gran desafío para lograr armonizar lo global y lo particular, sobre
todo considerando las condiciones de representatividad de Arrow, el desarrollo
tecnológico, del transporte y las telecomunicaciones abren la posibilidad de
crear una gran red global, que facilite la representatividad que todo sistema
económico necesita. Es muy probable que en el futuro los debates sobre política
económica se concentren en esta dirección.
Como se ha explicado, la
economía moderna pretendía extrapolar el física del siglo XVII al estudio de la
riqueza y como tal heredó muchos de sus presupuestos. Los primeros economistas
se encontraban obsesionados por encontrar un equilibrio entre la oferta y la
demanda que le diera mayor estabilidad al mercado. Aunque las contribuciones de
Paul Samuelson contribuyeron a aplacar los efectos de la inestabilidad
económica mediante una combinación sensata
de políticas fiscales y monetarias, la verdad es que la especulación
financiera y la predicción de crisis económicas se parece más a la climatología
que a la física mecanicista que pretendían imitar. La economía moderna tiene
dificultades para explicar la innovación y otros fenómenos emergentes de la
trama psicosocial. Como plantea la economía evolutiva de Schumpeter (1978;
1996), el desarrollo económico no está dirigido solamente por fuerzas externas,
sino también por fuerzas internas que se autorganizan de forma espontánea y
discontinua, mediante la generación de nuevas combinaciones, que eventualmente
pueden convertirse en ventajas competitivas, y si logran adecuarse al flujo del
mercado y la institucionalidad existente, crean una estabilidad relativa,
mientras no se genere una nueva innovación. Como demostraba la escuela
austriaca de economía, la información que surge de la actividad empresarial se
trata de un conocimiento subjetivo, tácito, práctico, no formalizable y
disperso, esto es que en principio solo el sujeto la conoce pues ha surgido de
su actuación, por lo tanto la incertidumbre es un elemento indispensable de
todo modelo económico.
Una de las pocas formas
de dar mayor certidumbre al sistema económico es el establecimiento de
relaciones menos impersonales y más fluidas con las redes sociales (Koschatzky, 2002). La
generación, el fortalecimiento y la articulación de “redes institucionales” y
“redes de contactos” se volverán seguramente en un elemento central del sistema
económico. Sobre todo si consideramos que estamos entrando en la era
postindustrial, donde la producción cooperativa es la condición indispensable
para la producción de conocimiento, solo cuando el conocimiento se comparte se
puede generar nueva información. La
innovación es un proceso colectivo que surge de un proceso no lineal, emerge de
las relaciones redundantes: intra-empresa, inter-empresa, público-privado,
ciencia básica-aplicada, instituciones-consumidores, instituciones-proveedores,
etc., suelen basarse en sucesivas retroalimentaciones entre los diferentes
agentes.
La segunda forma de dar
mayor certidumbre al sistema económico es la inversión en capital humano. Todo
trabajo, como actividad humana en el sentido más amplio, al estar inserto en un
contexto humano, es un proceso de socialización, en tanto, como producto de
dicha relación, se promueve el desarrollo humano. Los procesos económicos son en sí un acto educativo, que producen un tipo
particular de sociedad. Aunque, el progreso material y científico ha
avanzado asombrosamente, el progreso espiritual no le ha seguido el paso, será
preciso que el modelo económico de un salto desde lo externo e individual al
desarrollo de lo interno y lo colectivo (Sfeir, 2005; 2009). La producción con
sentido pedagógico, es un nodo en que se encuentra la psicología transpersonal,
la educación holística, la administración y la economía, en una integración que
aún no acaba por resolverse.
Algunos autores, han
planteado la necesidad de que surja un nuevo “capitalismo conciente”. Pero para
mi gusto, el modelo económico que se avecina tendrá muy poco de capitalista,
puesto que ya no está centrado en la “Utilidad”, sino en el “Cuidado”. La nueva
economía será dinámica, compleja y sutil, describirá un océano de relaciones
llanas de sentido y los economistas dejarán de ser espectadores objetivos para
transformarse en participantes activos de un contexto glocalizado.
Políticas públicas
Si decimos “el arte de
ejercer el poder” la gente se imagina un político y si decimos“omnipotencia” la
gente piensa inmediatamente en Dios. No obstante ¿Qué ocurriría si un poder
político tuviera afanes omnipotentes?... Antiguamente era común que las castas
sacerdotales y políticas se solaparan, hoy dicha asociación parece una herejía
mounstrosa, pero si estudiamos con atención nos damos cuenta que nunca se han
distanciado del todo.
Tras las barbaries de la
religiosidad medieval, los ilustrados consideraron necesario realizar una serie
de divisiones en los poderes. Además de la división entre ciencia y religión, se
buscó separar el poder de iglesia y el estado. También por aquella época,
Montesquieu separó los poderes del estado en tres: legislativo, ejecutivo y judicial.
Y más adelante, se dividió el poder del estado y el poder de los empresarios.
Los empresarios por su parte llevarían a cabo una división del trabajo, etc.
Al parecer, tales
divisiones era una extensión del atomismo y reduccionismo mecanicista. Pero
tales divisiones nunca funcionaron muy bien, si revisamos la historia vemos que
los poderes del estado, de los empresarios, de los científicos y los grupos religiosos
se han interferido constantemente. Es como intentar dividir las funciones de un
ser humano, nunca encontrarás un ser humano que solo ejecute sin deliberar o
sin juzgar. Los jueces no se pueden abstraer de sus valores, y los
parlamentarios no pueden dejar de ser ellos mismos para convertirse en meros
representantes. Igual de difícil es pedirle a un ser humano que ejecute una
acción social sin darle un sentido, necesariamente tiene que haber en ello una
espiritualidad. Si revisamos nuestros movimientos políticos, encontramos que
la espiritualidad sigue presente en la escena política. Mientras que los
liberales promueven el espíritu libertario que da sustento a una sociedad de
derechos individuales y que rechaza la religiosidad como una base pre-política;
los conservadores defienden el espíritu de un colectivo que se sustenta en un
sistema normativo que tiene a la religión como un fundamento pre-político ¿Acaso
no resulta evidente que dicha controversia guarda relación con la
controversia entre el misticismo y el fundamentalismo?
Uno de los grandes
méritos del movimiento internacional de los indignados ha sido el rediseño del
mapa político internacional, la división izquierda-derecha ha quedado obsoleta,
capitalismo y comunismo no son más que dos cuernos de una misma bestia. Los
nuevos movimientos sociales ocupan un campo central entre dos extremos: el
capitalismo de estado y capitalismo neoliberal (Arias, 2012). Aun no vemos como
se mueven todas las piezas del tablero, pero tal parece que la divisiones entre
poderes se están diluyendo, ya que las interdependencias entre cada instancia se
fortalecen y los flujos de comunicación
aumentan. Al final, ¿Quedará un sistema despótico global, o una compleja red de
sistemas emergentes? Ello se encuentra atado a nuestro destino.
“Estamos en un momento
crítico de la historia de la Tierra, en el cual la humanidad debe elegir su
futuro. A medida que el mundo se vuelve cada vez más interdependiente y frágil,
el futuro depara, a la vez, grandes riesgos y grandes promesas. Para seguir
adelante, debemos reconocer que en medio de la magnífica diversidad de culturas
y formas de vida, somos una sola familia humana y una sola comunidad terrestre
con un destino común. Debemos unirnos para crear una sociedad global sostenible
fundada en el respeto hacia la naturaleza, los derechos humanos universales, la
justicia económica y una cultura de paz. En torno a este fin, es imperativo que
nosotros, los pueblos de la Tierra, declaremos nuestra responsabilidad unos
hacia otros, hacia la gran comunidad de
la vida y hacia las generaciones futuras”. Lo anteriormente dicho no es mi
opinión personal, sino el preámbulo de la Carta de la Tierra (2000).
Carta a la Tierra
|
I. Respeto y cuidado
de la vida.
1. Respetar la Tierra
y la vida en toda su diversidad.
2. Cuidar la comunidad
de la vida con entendimiento, compasión y amor.
3. Construir
sociedades democráticas que sean justas, participativas, sostenibles y
pacíficas.
4. Asegurar que los
frutos y la belleza de la Tierra se preserven para las generaciones presentes
y futuras.
II. Integridad
ecológica
5. Proteger y
restaurar la integridad de los sistemas ecológicos de la Tierra, con especial
preocupación por la diversidad biológica y los procesos naturales que
sustentan la vida.
6. Evitar dañar como
el mejor método de protección ambiental y, cuando el conocimiento sea
limitado, proceder con precaución.
7. Adoptar patrones de
producción, consumo y reproducción que salvaguarden las capacidades
regenerativas de la Tierra, los derechos humanos y el bienestar comunitario.
8. Impulsar el estudio
de la sostenibilidad ecológica y promover el intercambio abierto y la extensa
aplicación del conocimiento adquirido.
III. Justicia social y
económica
9. Erradicar la
pobreza como un imperativo ético, social y ambiental.
10. Asegurar que las
actividades e instituciones económicas, a todo nivel, promuevan el desarrollo
humano de forma equitativa y sostenible.
11. Afirmar la
igualdad y equidad de género como prerrequisitos para el desarrollo
sostenible y asegurar el acceso universal a la educación, el cuidado de la
salud y la oportunidad económica.
12. Defender el
derecho de todos, sin discriminación, a un entorno natural y social que apoye
la dignidad humana, la salud física y el bienestar espiritual, con especial
atención a los derechos de los pueblos indígenas y las minorías.
IV. Democracia, no
violencia y paz
13. Fortalecer las
instituciones democráticas en todos los niveles y brindar transparencia y
rendimiento de cuentas en la gobernabilidad, participación inclusiva en la
toma de decisiones y acceso a la justicia.
14. Integrar en la
educación formal y en el aprendizaje a lo largo de la vida, las habilidades,
el conocimiento y los valores necesarios para un modo de vida sostenible.
15. Tratar a todos los
seres vivientes con respeto y consideración.
16. Promover una
cultura de tolerancia, no violencia y paz.
|
La Carta de la Tierra es
el primer instrumento internacional inspirado en fundamentos transpersonales y
que apunta precisamente al principal reto político del siglo XXI: la resolución
de problemas globales como la desigualdad o la crisis ambiental mediante
acciones participativas de carácter local. De forma similar a como surge la
psicología transpersonal de la psicología humanista, la Carta de la Tierra
emerge de los principios de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Casi
todas las escuelas de la psicología transpersonal tienen implicancias políticas
importantes, hablamos del humanismo cristiano, la escuela ecológica, la escuela
participativa y la escuela integral de Wilber. Cristobal Cervantes (2011)
reunió a una veintena de personalidades que expusieron sobre la relación entre
la política y espiritualidad, dejando ver la inquietud de los intelectuales por
relacionar ambos temas.
¿Qué relación tiene la
psicología transpersonal en la nueva escena política? Para hacer frente a los
grandes desafíos se requiere “un cambio de mentalidad
y de corazón”; y
de “un nuevo sentido de interdependencia global y
responsabilidad universal” (Carta a la Tierra, 2000). Es ahí, en la conexión
entre lo interno y lo externo, donde la psicología transpersonal cumple una
función política de primera importancia, si de verdad queremos glocalizar, “actuar
localmente pero pensar globalmente”, es impresindible que cada individuo logre
trascender su ego, el de su grupo social y el de su nación para identificarse
con la humanidad, la naturaleza y el cosmos en toda su complejidad cultural y
biológica.
De a cuerdo a McLuhan (McLuhan
y Fiore, 1987), la civilización evoluciona según predominen unos u otros medios
de comunicación: culturas tribales tenían la tradición oral como principal
medio de comunicación, desde la imprenta en adelante la comunicación se
formalizó, fragmentó y despersonalizó. Por contraste, con la nueva tecnología electrónica
se alcanza un nivel de interdependencia que nos retrotrae a nuestra vida tribal
en las aldeas, hoy nos encontramos en una aldea global con una dinámica social fluida
y unificada, donde surge una nueva forma de política; la esfera pública deja de
estar constituida por individuos pasivos y aislados, para transformarse en una
fuerza autorgestiva y participante.
La mayor parte de los
problemas que enfrenta nuestra humanidad tienen un alcance internacional, solo
por mencionar algunos, destacamos: los flujos migratorios, el narcotráfico, las
guerras preventivas contra el terrorismo, los abusos de las transnacionales, el
aumento de CO2 en la atmósfera, el cambio climático, la pasividad del mundo
ante las violaciones a los derechos humanos, la crisis energética, la crisis de
créditos, la regulación de internet y el ciberespionaje, etc… Es por ello que la
globalización es el fenómeno más desafiante de nuestros tiempos, en dicho campo
se enfrentan los movimientos altermundistas contra los grandes organismos
internacionales como el FMI, el Consejo de Defensa, el G8 y otros similares. En
el ámbito económico, la globalización conjuga la interdependencia global de la
producción de bienes y servicios, los mercados financieros, los sistemas crediticios
y las políticas monetarias. En el ámbito social, la globalización ha tenido
implicancias paradójicas, por una parte ha potenciando a los nuevos movimientos
sociales, pero al mismo tiempo ha motivado a los estados a aumentar la vigilancia
y control sobre los ciudadanos. En cualquier caso, los gobiernos no van a ser
técnica capaces de controlarla capacidad autogestiva de la gente (Ramírez,
2001).
Un factor clave en la
nueva ecuación es el surgimiento de internet. Las redes informáticas son una
extensión de nuestra mente que se conecta con algo más grande que nosotros
mismos, se trata de una mente que proyecta la dinámica participativa del ser
humano en toda su diversidad (Schuschny, 2007).
David Ugarte (2007)
distingue tres tipos de organización social: las redes centralizadas, las redes
descentralizadas y las redes distribuidas. Mientras que los gobiernos se
encuentran jerárquicamente organizados, en el último tiempo, con ayuda de
internet, ha surgido una nueva forma de organización social con un poder
distribuido; es un mundo pluriárquico y policéntrico, donde una multiplicidad
de agentes autónomos se coordinan espontáneamente sin pasar por la contingencia
de los nodos centrales de poder (Ugarte, 2007). Por lo tanto, los gobiernos
jerarquizados no pueden hacerles frente, pueden detener a alguno de sus
líderes, o cerrar algunas páginas de internet, pero la información se encuentra
distribuida y los grupos siguen autogestionandose en redes emergentes. Es por
esto que el orden mundial nunca podrá controlar completamente la red, solo
controlar ciertos nodos. No obstante, podrá servirse de ella para
descentralizar su poder y lograr mayor representatividad.
La crisis que enfrenta
nuestra civilización se puede entender en buena medida como una crisis de
confianza en las instituciones derivada de la falta de representatividad y legitimidad
(Cervantes, 2011). Se estima que al rededor de dos tercios de los ciudadanos
del mundo no se sienten representados por sus gobernantes (Ramírez, 2001). La
falta de representatividad es muy preocupante en Chile, donde la participación
electoral ha experimentado una baja sostenida tras la vuelta a la democracia (Corvalán,
2012). No se trata de un desencanto con la política como tal, sino con
determinada forma de hacer política y, en concreto, una política incapaz de arribar
a una identidad colectiva, lo que se rechaza no es la idea de formar una
colectividad, sino por el contrario, se objeta la falsa homogenización que
impone la racionalidad formal del sistema económico, político y social moderno
(Lechner, 1988).
Hace algunas décadas se
hablaba de la confrontación de dos paradigmas administrativos: por un lado la
administración del estado ejercida de forma centralizada y pública; por otro,
la administración del mercado ejercida de forma descentralizadas y privada. En
dicha dicotomía se confrontaban dos perspectivas jurídicas, el de las normas
que garantizan el bien común y el de los derechos individuales que garantiza la
libertad frente a las imposiciones de la mayoría. Entonces el debate se
polarizaba entre estatizar y privatizar el sistema. Hoy en cambio, vemos surgir
un nuevo paradigma político que escapa de dicha polarización (Lechner, 1997;
Etzioni, 2001; Gatica, Miranda, Koljatic, Trivelli y Pantoja, 2013). Son varios
factores que convergen en ello, tanto el estado, como el empresariado y la
sociedad civil desembocan paulatinamente en un proyecto común, “las
redes políticas”
(Fleury, 2002).
Los cambios en el ámbito
administrativo y económico, que se han descrito en los apartados anteriores, han
motivado al sector privado a alejarse del modelo neoliberal. Por remplazo, los
emprendedores del sector privado han comenzado a buscar nichos entre las nuevas
organizaciones híbridas, en un espacio donde confluyen las empresas de
responsabilidad social corporativa, las cooperativas, las empresas sociales,
las ONGs y las organizaciones sociales fin fines de lucro (Gatica, Miranda, Koljatic,
Trivelli y Pantoja, 2013). Y dado que se
están diluyendo las divisiones entre los ámbitos públicos y privados, el rol
subsidiario del estado, deja de tener su sentido original, el estado subsidia a
un privado que deja de perseguir la plusvalía, y que se vuelve cada vez más público.
El
estado de bienestar también está pasando por cambios importantes, incluso algunos
auguran su desarticulación, pero la verdad es que está lejos de ello. Antes que
nada, debemos explicar que existe una visión idealizada de las políticas
públicas, que emulan el ciclo de investigación de la ciencia moderna: en una
primera fase, las políticas son definidas en la esfera política del
oficialismo, seguidamente el gobierno acuerda que políticas adoptar. En segunda
fase, la administración pública ejecuta dichas políticas a través de programas.
Y en tercer lugar, el gobierno evalúa si los programas cumplieron sus
objetivos, con miras a generar nuevas políticas o mejorar la implementación de
las mismas. Lo que sucede es que el estado de bienestar se ve sobreexigido por
una diversificación y un aumento las demandas sociales. A pesar del aumento sistemático
del gasto público destinado a los llamados umbrales garantizado, sigue
aumentado con ello las necesidades, expectativas y exigencias de la ciudadanía (Noya,
2001).
Sujeto
a dichas presiones, el estado de bienestar ha transformado la formulación de
políticas en un proceso bastante más complejo y pluralista (Cox, Giugale,
Zavala, Rojas y Lafuente, 2010), por ejemplo:
- En un comienzo, la formulación de políticas concernía exclusivamente a los cabecillas políticos del gobierno, pero paulatinamente fueron incorporando nuevos actores sociales a la formulación, ejecución y evaluación de las políticas. Primero se incorporaron expertos y asesores externos, luego se incorporaron a numerosos grupos de interés, tales como ONGs, iglesias, empresas, sindicatos, federaciones de estudiantes, entre otros.
- Algunas políticas se están diseñando por comisiones integradas por técnicos, liderazgos políticos de diversos colores y representantes de la sociedad civil.
- En otros países han fortalecido la capacidad de la legislatura permitiendo que desempeñe una función más importante en la formulación de políticas.
- Los gobiernos tratan de aumentar la capacidad técnica de la administración pública y los equipos técnicos de la administración pública reclaman que sus consideraciones sean tomadas en cuenta en la evaluación expost y en el rediseño de las políticas.
- Algunos países han creado un defensor del pueblo, o han dado la Contraloría General de la República mayores atribuciones,
- Se están generando instancias intersectoriales para coordinar las políticas de diversos sectores, tanto en su formulación como ejecución.
- Hay una exigencia creciente de parte de la ciudadanía por la construcción de un gobierno más transparente y una democracia más participativa.
- En otros casos, las decisiones son tomadas mediante plesbicitos y consultas ciudadanas, etc.
- En un comienzo, la formulación de políticas concernía exclusivamente a los cabecillas políticos del gobierno, pero paulatinamente fueron incorporando nuevos actores sociales a la formulación, ejecución y evaluación de las políticas. Primero se incorporaron expertos y asesores externos, luego se incorporaron a numerosos grupos de interés, tales como ONGs, iglesias, empresas, sindicatos, federaciones de estudiantes, entre otros.
- Algunas políticas se están diseñando por comisiones integradas por técnicos, liderazgos políticos de diversos colores y representantes de la sociedad civil.
- En otros países han fortalecido la capacidad de la legislatura permitiendo que desempeñe una función más importante en la formulación de políticas.
- Los gobiernos tratan de aumentar la capacidad técnica de la administración pública y los equipos técnicos de la administración pública reclaman que sus consideraciones sean tomadas en cuenta en la evaluación expost y en el rediseño de las políticas.
- Algunos países han creado un defensor del pueblo, o han dado la Contraloría General de la República mayores atribuciones,
- Se están generando instancias intersectoriales para coordinar las políticas de diversos sectores, tanto en su formulación como ejecución.
- Hay una exigencia creciente de parte de la ciudadanía por la construcción de un gobierno más transparente y una democracia más participativa.
- En otros casos, las decisiones son tomadas mediante plesbicitos y consultas ciudadanas, etc.
Lo más
notable de dichos cambios es que los gobiernos se ven forzados a descentralizar
su poder. Pero dicha descentralización, es un objetivo esquivo. Como explica
Boisier (2004) la descentralización se confunde con desconcentración, la descentralización
no se refiere a la típica deslocalización administrativa ejercida por autoridades
fácticas de corte autoritario, sino a la delegación efectiva de capacidades,
recursos, y por sobre todo una entrega del poder deliberativo, es decir,
consiste en ceder de forma efectiva el poder. Además, surge la necesidad de avanzar
hacia una glocalización, que otorgue a las localidades mayores potestades en
las determinaciones que se ejerzan a nivel global. Y este cambio, se ve venir,
a pesar de la inmensa diversidad de grupos que se integran entre los nuevos
movimientos sociales, hay un rasgo común a todos ellos, reclaman mayor
participación, quieren tener mayor injerencia sobre las grandes decisiones.
Pero no solo el mundo
empresarial y el mundo estatal están pasando por transformaciones importantes.
El cambio más grande se está por venir, y compromete en las bases comunitarias
de nuestra sociedad. Etzioni (2001) destaca que, en medio dicotomía de estatización-privatización, la importancia de la
comunidad ha sido olvidada, sin ella no se puede aspirar a una sociedad
equilibrada, se trata de una triada y no una dicotomía, porque el poder del
estado nunca podrá remplazar la función que cumple una comunidad en el
establecimiento de las bases prepolíticas de la democracia. Es en las familias,
en los barrios, en las escuelas donde se construye participativamente el bagaje
moral de nuestra sociedad. Una sociedad civil fuerte es un pre-requisito para
la conformación de una democracia participativa, que trascienda de una vez por
todas las limitaciones de la democracia representativa (García, 2013). A la vez,
el empoderamiento de los actores sociales es una base imprescindible del
desarrollo sustentable (Sfeir, 2005).
Algunos autores han
encontrado evidencias de un declive de las comunidades en las sociedades modernas,
por ejemplo, ha disminuido la participación en sindicatos y el tiempo que se
comparte con los vecinos. Sin embargo, también se ha encontrado una mayor
participación encomunidades virtuales, en grupos de auto-ayuda, en ONGs, en el
voluntariado y en grupos ecologistas. Al parecer, está surgiendo una nueva
forma de participación comunitaria, que se orienta hacia comunidades que necesitan
un compromiso más débil o difuso de parte de sus integrantes (Maya, 2004). Tradicionalmente
el estudio de los sistemas sociales, se ha concentrado en los vínculos fuertes,
delimitando su aplicación a grupos estructurados y cohesionados, pero
recientemente se está relevando la importancia de los vínculos débiles y las
redes difusas en la nueva configuración política y comunitaria (Granovetter, 2000).
Las nuevas comunidades ya no requieren que sus integrantes se congreguen
físicamente en un mismo lugar, es suficiente que mantengan un vínculo virtual,
interacciones comunicativas ocasionales, pero por sobre todo que tengan un
valor en común que les de un sentido de pertenencia.
En este nuevo escenario
político los actores sociales gozan de mayor autonomía, pero paradójicamente
están sujetos a una mayor interdependencia, ya que no se rigen por la lógica
normativa de un partido político, sino por
la espontánea y dinámica unión de las voluntades convocadas por los ideales de
un movimiento social concreto. Es por esto que las nuevas comunidades ya no
encajan con el paternalismo, y tienden hacia niveles mayores de participación.
Niveles de Participación Comunitaria
|
||
Acciones emprendidas por la ciudadana
|
Acciones emprendidas por los gobiernos
|
|
1ro
|
Mantenerse informado e investigar.
|
Instrucción, difusión por medios de
comunicación, transparencia y cuentas públicas.
|
2do
|
Reflexionar críticamente sobre la
realidad
|
Concientizar y problematizar mediante
cabildos y diagnósticos participativos.
|
3ro
|
Manifiestar opinión
|
Consultas ciudadanas, audiencias, y
OIRS.
|
4to
|
Establecer medidas de presión
|
Mesas negociadoras
|
5to
|
Asumir funciones del aparato público
pero siguiendo las directrices del centro de poder
|
Descentralización de las funciones del
estado, mediante Consejos y puestos en Directorios
|
6to
|
Co-gobierno donde se participa
activamente en la definición de las políticas
|
Co-gobierno, el poder central permite
que las bases sociales participen en comisiones que diseñan políticas
públicas y con escaños del congreso
|
7mo
|
Autogestión de funciones sociales
monopolizadas por el estado y el mercado
|
Subsidiar, guiar y complementar
iniciativas autogestivas
|
El proceso que describe
el tránsito hacia mayores niveles de participación se llama fortalecimiento.
Montero (2009) entiende el fortalecimiento como “un proceso mediante el cual
los miembros de una comunidad (individuos interesados y grupos organizados)
desarrollan conjuntamente capacidades y recursos, para controlar su situación
de vida, actuando de manera comprometida, consciente y crítica, para lograr la
transformación de su entorno según sus necesidades y aspiraciones,
trasformándose al mismo tiempo a sí mismos”.
En general, solo se llega
a un cuarto nivel de participación, que incluye a los actores sociales en mesas
negociadoras. Pero esta situación está cambiando gradualmente, los gobiernos,
ante la presión de la calle, se están viendo obligados a integrar a las bases
sociales en la toma de decisiones, las nuevas comunidades ya no encajan con el
paternalismo, pues se sustentan en procesos autogestivos, y solo se relacionan
con los centros de poder mediante el co-gobierno. Entendemos la autogestión y la co-gobernanza
como iniciativas complementarias: a la autogestión como la acción de un
colectivo que asume el control directo de los medios de producción,
prescindiendo de la burocracia del estado, a través de una democracia
participativa; y concebimos la
co-gobernanza como la acción de un conjunto diverso de actores sociales que
crean comités paritarios para asumir la rectoría de un centro de poder (Méndez
y Vallota, 2006; Diodato y Martínez, 2006).
Si proyectamos la
influencia de los movimientos sociales, es posible que en el futuro se creen
vías democráticas, institucionales y legitimadas que encausen la efervescencia
social, una nueva institucionalidad pública y autónoma que supervigile la
relación entre la sociedad civil y el estado, con el objetivo de observar,
orientar, fortalecer y hacerse parte en dicho proceso. Probablemente se
transforme en un eje articulador entre funciones que se encuentran difusas
entre la Contraloría General, el Poder Legislativo y los Defensores del Pueblo
(Basili, 2010).
Además el gran cambio que
se está viviendo, debe venir acompañado de un gran cambio cultural: es la
sociedad civil la que debe recuperar la autonomía históricamente perdida, nadie puede
entregársela por decreto (Boisier, 2004);
además se debe desarrollar la capacidad de establecer este mega-objetivo, y trabajar en
la creación de una identidad, valor o espíritu común (Ugarte, 2007; Fleury,
2002). Es ineludible la relevancia de
los medios de socialización, la familia, la escuela, las universidades, los
medios de comunicación y las representaciones artísticas, pues la socialización
es el poder blando y la única forma efectiva de generar cambios culturales sin
caer en la pasividad de la diplomacia o la imposición normativa o armamentista,
debemos encontrar un camino alternativo entre la razón y la fuerza, y en ello
las políticas de infancia, familia, cultura y educación cumplirán una función
primordial.
BIBLIOGRAFÍA
http://vidaculturaycosmos.blogspot.cl/2017/02/bibliografia.html
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