Rodrigo González, 2017.
Salud Integral, Medicina
Complementaria y Bienestar Subjetivo
Nuestro entendimiento de
los procesos de salud-enfermedad han variado mucho en las últimas décadas, y
junto a ello nuestros sistemas sanitarios han enfrentado grandes desafíos. ¿Cómo
se resolverá todo esto? y antes que eso, ¿Qué es lo que está pasando en el
ámbito de la salud?
Según mi entender, el
desafío sanitario que enfrentamos tiene tres grandes aristas: el cambio en el
perfil epidemiológico de la población, los principales factores de riesgo
asociados a los procesos de salud-enfermedad y el funcionamiento del sistema de
salud.
Un vistazo a datos
epidemiológicos, nos muestra que las “enfermedades infecciosas” ya no se
limitan al problema de las pestes, por poner un ejemplo, las infecciones que
siguen generando ruido son las enfermedades de transmisión sexual y los
problemas respiratorios en las grandes ciudades. En cambio, los principales
problemas de sanitarios de hoy se clasifican como “enfermedades no transmisibles”,
por ejemplo, en población joven los principales problemas se concentran en accidentes
y salud mental, y en la adultez los problemas de salud se vuelven cada vez más
crónicos, llámese cáncer, problemas cardio-respiratorios o salud mental. Seguidamente,
si revisamos los principales factores de riesgo implicados, también descubrimos
algo importante: la contaminación del aire, los metales pesados en el agua, los
talatos liberados por los plásticos, las dietas con demasiada grasa, azúcar y
sal, el sedentarismo, el estrés, el consumo de tabaco, alcohol y otras drogas,
los rayos ultravioleta, los pesticidas en los alimentos, los colorantes, la
falta de redes de apoyo, la falta de autocuidado … etc., son todos problemas
sanitarios relacionados con estilos de vida poco saludables, variables
sociocultuarles y contaminación ambiental.
Consecuentemente, la forma
en que entendemos la salud también se está transformando profunda y ampliamente.
Si desde los tiempos de Pasteur el protagonista de la medicina eran los
microrganismos, actualmente los protagonistas de la medicina son las personas. La
OMS definió la salud como un “estado de completo bienestar físico, mental y
social, y no solo la ausencia de enfermedad” (OMS, 1946). Luego este concepto ha
evolucionado hacia una visión más integral, dinámica e interactiva de la salud
(Mantilla, 2007).
Por ejemplo, la Carta de
Ottawa y Bangkok describe la salud ya no como un estado de completo bienestar,
sino como un proceso dinámico y complejo que fluctúa en un continuum
salud-enfermedad, resultado una relación armoniosa entre el individuo y su
medio, prácticas de autocuidado y cuidado del otro y la introducción del
bienestar espiritual como una nueva dimensión de la salud (OMS, 1986; 2005).
En este giro conceptual, han
influido estudios sobre los determinantes sociales de la salud, los estudios
que relacionan la salud con el medioambiente y la psicología de la salud:
-
En primer lugar, los estudios de Lalonde (1974) y
el Canadian Institute for Advanced Reserch (2002) han revelado que la salud puede ser explicada
en un alto porcentaje por el entorno socioeconómico en que se desarrollan las
personas, lo que resulta especialmente relevante si consideramos los niveles de
desigualdad en Chile.
-
La OMS (2002) ha destacado la importancia que que
tienen los problemas medioambientales para la salud mundial. Pues la salud
exige que se mantengan los cíclos y sistemas naturales de los que dependen
todas las formas de vida.
-
Se ha hecho cada vez más evidente la relación entre
comportamientos, emociones, cogniciones, vínculos con los procesos de
salud-enfermedad (Oblitas, 2008). Recientemente, se han publicado estudios que
indican la relevancia de integrar variables de índole psicosocial para el
desarrollo de estilos de vida saludables (Vidal, Chamblas, Zabala, Muller,
Cecilia y Chávez, 2014).
La medicina imperante
intenta imponer un modelo “basado en evidencia”, distinguiéndola de la
“medicina tradicional” que se sustenta en la experiencia individual y la
tradición cultural del médico. Pero dicha diferenciación dista mucho de la
realidad, pues aunque las guías de práctica clínica se sustenten en métodos
experimentales que tienen una utilidad incuestionable para la inmensa mayoría
de los casos, en la realidad los casos clínicos pueden responder a un
interjuego de un sinnúmero de circunstancias particulares o infrecuentes, que
estadísticamente se disponen en los extremos de la curva de Gauss, precisamente
en aquellas muestras que no cumplen con criterios estadísticos como para ser
tomados en cuenta como evidencia significativa. Por ello, en la práctica
clínica, el “ojo clínico” conseguido por la experiencia sistemática del médico y
el intercambio de opiniones con sus colegas sigue siendo tan relevante. En
realidad, la evidencia es indisociable de la experiencia o la tradición.
Además, aunque se reconoce
que muchos problemas sanitarios responden a descripciones lineales que se
pueden abordar con metodologías de investigación modernas, recientemente los
epidemiólogos han comenzado a admitir que muchos de los problemas sanitarios
que enfrentamos requieren metodologías de investigaciones no-lineales o
complejas, lo que introduce cierto grado de incertidumbre en los resultados y
la coexistencia de múltiples alternativas posibles (Ramis, 2004; Almeida,
2006). Es que no solo los procesos psicosociales se describen mejor con modelos
no-lineales, sino también, muchos procesos orgánicos. No debemos olvidar que el
cuerpo humano constituye el sistema complejo por excelencia, una intrincada red
de relaciones emergentes organizadas en diversos niveles de complejidad:
subatómico, molecular, celular, órganos, individuos, entorno social y medio
ambiente.
Desde una perspectiva
compleja, los procesos de salud-enfermedad deben ser comprendidos como
"transobjetos", es decir, contemplados desde un prisma
transdisciplinario y transcultural. Si estudiáramos el campo semántico de
“medicina” seguramente nos encontraremos con la caricatura de un médico dando
medicamentos a un enfermo, pero la definición de la medicina no siempre ha sido
así. El significado de la calidad de vida y el bienestar surgen producto de una
contrucción intersubjetiva que se inserta en una narrativa arquetípica más
general, que trata sobre la lucha entre el bien y el mal. No es extraño, entonces
que el campo semántico de “medicina” para un hombre de la antigüedad, estaría
compuesto por un chamán o algún exoscista, pues efectivamente, los procesos
salutogénicos han estado la mayor parte de la historia en manos de círculos religiosos,
al punto que se consideraban casi inseparables.
En nuestro país, la
práctica de salud más convencional es la medicina alópata occidental, es
impresionante observar como progresan sus sofisticadas tecnologías, de hecho es
bastante común que se apliquen decenas de exámenes antes de aplicar una
cirugía, también llama la atención el nivel de especialización de los médicos,
no solo se dividen según las partes del cuerpo, sino también según los
distintos tipos de enfermedades, los diversos tratamientos y grupos etarios.
No obstante, aunque el
desarrollo de la medicina alópata ha sido asombroso, en las últimas décadas las
medicinas complementarias han adquirido un gran impulso. A pesar de las
dificultades y limitaciones metodológicas que suponen, se ha observado un
progresivo aumento de publicaciones relacionadas con la medicina
complementaria. Además, cada vez más instituciones educativas han empezado a
ofrecer cursos de medicina complementaria. Este cambio se relaciona con el
aumento mundial del uso de medicina alternativa o complementaria. Según la OMS (2002;
2002a) en los países del hemisferio sur cerca de un 80% de la población consume
medicina alternativa y complementaria, mientras que en países desarrollados
esta cifra llega a poco más de un 50%. En algunos países la medicina
complementaria es parte integrada de los sistemas de salud públicos formales.
Existen muchas razones (Godoy,
2003; OMS, 2002a) que pueden explicar el auge de la medicina complementaria,
entre ellas debemos destacarlas siguientes causas:
- El bajo costo y fácil acceso de muchas de estos
tratamientos.
- El médico convencional destina muy poco tiempo
a la consulta, lo que no le permite conocer detalles personales y del entorno
del paciente, que pueden ser importantes en la patología que éste presenta.
- Los grandes avances tecnológicos y la ultra-especialización
han llevado a la despersonalización y deshumanización de las personas.
- Algunos pacientes quedan decepcionados con los
malos o escasos resultados obtenidos por con los tratamientos alópatas para
algunos casos clínicos.
- Puede satisfacer alguna necesidad espiritual
arraigada en el sistema de creencia de la persona, recordemos que para Maslow
la espiritualidad es una necesidad al igual que las otras.
¿Cómo debemos hacer
frente a este fenómeno? Por supuesto razonar en forma balanceada, para no caer
en el “entusiasmo acrítico” o el “escepticismo desinformado”. Sus críticos
argumentan que la medicina alternativa no está debidamente regulada, y que no
tiene suficiente fundamento científico. La verdad es que la medicina
alternativa puede ser perjudicial si no
se aplica adecuadamente y esto es más peligroso aún, considerando que
existen muchos seudo-terapeutas estafando a la gente, que la mayoría de los
pacientes no le informan a su médico alópata que usa medicina alternativa y que
la mayoría de los médicos alópatas no tienen una comprensión profunda sobre la
medicina complementaria y alternativa. Pero viéndolo en perspectiva, ¿a caso no
se encuentran, en ambos grupos, malas prácticas como el lucro desmedido o la
propaganda engañosa?
Según mi parecer, la
crítica más profunda a la medicina convencional-alópata es el grado de
despersonalización al que ha llegado, porque es precisamente la
despersonalización un fenómeno muy perjudicial para la salud de los pacientes y
los profesionales de la salud (García-Huidobro, Spröhnle, y Sapag, 2008). Por
lo mismo, existe un movimiento tan fuerte entre los funcionarios de la salud
tendientes a humanización de la atención (Gutiérrez, 2006). Respecto a este
punto, creo que la medicina convencional tiene mucho que aprender de la
medicina tradicional o complementaria.
Presentaré brevemente
tres personajes icónicos de la historia de la medicina alternativa para dar
cuenta de un panorama general de esta disciplina:
1ro. Hua Tuo es uno de sus representantes
más importantes de la medicina tradicional china, destacándose como un hombre
integral con elevados conocimientos, manejo técnico, por ejemplo, realizaba
diagnósticos mirando a sus pacientes desde su exterior, tomándoles el pulso o
haciéndoles un tantéo, practicaba operaciones con anestesia y conocía un amplio
abanico de hierbas medicinales. Pero lo más relevante de su sistema de
tratamiento eran aquellas técnicas que se derivaban de los principios de
escuela Dao, en la Antigua China se decía que un médico era malo cuando solo se
dedicaba a curar a los pacientes, pues la medicina era fundamentalmente
preventiva y se dirigía al desarrollo mental y espiritual de las personas, por
eso los tratamientos normalmente consistían en acompañamientos espirituales, indicación
de un juego de ejercicios psicofísicos y dietas especiales, detección de
bloqueos del qi en algún meridiano de energía y la aplicación de acupuntura
(punción de agujas en puntos clave del cuerpo).
2do. El vitalismo
atribuía las enfermedades a las perturbaciones sufridas por la energía vital,
que dejarían el cuerpo más susceptible a influencias negativas. La medicina
convencional suele combatir la enfermedad eliminando la causa de los síntomas,
sin embargo, en el vitalismo los síntomas son potenciados ya que son
considerados la forma que tiene el cuerpo de combatir el mal, lo que se traduce
en una de sus premisas fundamentales: “lo similar cura lo similar” (la
homeopatía). Por eso, se administraban pequeñas dosis de un agente fortalecedor
del síntoma, en forma similar a las vacunas, y en forma paralela, el médico
conversa cordialmente con el paciente, preguntándole no solo por sus síntomas,
sino por su vida cotidiana, para potenciar el efecto placebo.
Edward
Bach,
observó que pacientes con enfermedades similares tenían algunas otras
características de personalidad similares, así como morfología y gestos
similares. Empezó entonces a analizar a sus pacientes no solo por sus
enfermedades y síntomas, sino por sus personalidades. Después experimentar con
algunas flores empezó a probar sus remedios con pacientes, recetándoles de
acuerdo a su tipo de personalidad en lugar de a sus síntomas. Llegó a la
conclusión que para corregir una enfermedad física, es necesario primero
corregir los problemas emocionales del paciente.
3ro. Se cuenta que la
iriología comenzó cuando Ignaz Peczelis descubrió un búho con una pata
fracturada y una extraña mancha en el iris del animal y a medida que el animal
mejoraba esta mancha del iris se iba modificando, años después desarrolló una
compleja topología en que diversos fenómenos del iris se correspondían con
distintos estados biológicos. Esta historia es muy ilustrativa, pues es muy
común que la medicina complementaria recurra a medios diagnósticos y
terapéuticos que asumen que cada parte del cuerpo es un reflejo que lo que
ocurre en todo el organismo, no solo el organismo se considera un pequeño
universo, también cada órgano es un mundo.
Hua Tou, Bach y Paczelis
son solo algunos de los incontables referentes que podríamos mencionar. Las
técnicas de la medicina complementaria son muy variadas: aromaterapia,
hidroterapia, cromoterapia, homeopatía, flores de Bach, acupuntura, ayurveda,
iriología, musicoterapia, masoterapia, reiki, naturoterapia, entre otras por el
estilo. Sin embargo, a pesar de ser tan distintas, se pueden distinguir algunos
principios comunes a todas ellas: todas tienen a la base los descubrimientos de
la física cuantica, la biología de sistemas, la psicología transpersonal, la
parapsicología y la religiosidad heredada durante miles de años; todas ellas:
1.
pretenden un trabajo integral (mente, cuerpo, sociedad y espíritu),
2.
son tratamientos personalizados,
3.
atacan las causas de la enfermedad,
4.
comprenden la enfermedad como una oportunidad de aprendizaje,
5.
fortalecen el autocuidado y la autocuración.
Un
paréntesis medio en broma, Dennett y Dawkins han sugerido que la religiosidad
es como una especie de virus de resfriado que infecta multitudes. En este caso,
la medicina alternativa trataría a los infectados por la religión tratando de
comprender qué le está ocurriendo a cada una de esas personas y en vez de
eliminar el resfrío tratarían de buscar una lección de ella.
Usualmente se considera a
disciplinas espirituales, como el Tai Chi o el Yoga, terapias alternativas o
complementarias, sin embargo, creo que merecen una mención independiente por
varios motivos. El propósito real de estos métodos es alcanzar la consumación
espiritual y la mejora del estado físico es solo un beneficio que viene por
añadidura. Estas escuelas ortodoxas de cultivación espiritual trabajan
disolviendo ataduras cósmicas como el pecado o el karma, que son consideradas
como los verdaderos causante de la enfermedad, algo que no puede alcanzarse en
las medicinas alternativas o alópata. No obstante, hoy en día, la mayoría de
los instructores de Tai Chi y Yoga se enfocan solamente en mejorar la calidad
de vida o el estado de salud y no enseñan los principios hacia altos niveles de
desarrollo espiritual, efectivamente, es muy difícil encontrar a un maestro
verdadero.
Las técnicas
terapéuticas se diferencian porque:
|
Formas de
|
||
Salud alópata
occidental
|
Terapias alternativas
basadas en el vitalismo
|
Disciplinas
espirituales
|
|
Trabajan eliminando
los síntomas o síndromes
|
Es el objetivo
central de la salud alópata
|
Algunas tratan
enfermedades
|
Curarlas enfermedades
es solo una consecuencia
|
Mejoran el estilo y
la calidad de vida
|
Algunos trabajan con
el estilo y la calidad de vida
|
Todas buscan mejorar
el estilo y la calidad de vida
|
Todas buscan mejorar
el estilo de vida, mejorar su calidad es solo una consecuencia
|
Trabajan aspectos de
personalidad
|
Algunos médicos
trabajan con la personalidad
|
Por lo general
trabajan aspectos de la personalidad
|
La personalidad y el
cultivo de la virtud es un elemento central
|
Movilizan el Qi, la energía
vital o el espíritu
|
La mayoría movilizan
energias
|
Muchas trabajan
movilizando energías
|
|
Trabajan aspectos que
remiten al orden cósmico
|
En oportunidades esto
se menciona
|
Trabajan con fenómenos
cosmogónicos como el karma o la gracia.
|
|
Trabajan el
desarrollo espiritual
|
En oportunidades esto
se menciona
|
Es el principal
objetivo de las disciplinas espirituales
|
Por otra parte, es sabido
que la medicina complementaria se ha venido integrando progresivamente con la
psicología transpersonal. Por ejemplo, el doctor Héctor Bazán es reconocido en
Chile por integrar disciplinas como el yoga, taichí con las flores de Bach y el
desarrollo personal, desde una perspectiva transpersonal. Ante ello cabe
preguntarse ¿Cuál es la relación entre la espiritualidad, la psicología y los
estados de salud?
Se pueden establecer
diversas definiciones sobre el tema de la espiritualidad (Krishnakumar y Neck,
2002), que se pueden agruparse en tres perspectivas:
-
La perspectiva
religiosa se funda en la creencia en un ser superior que designa el
destino y estándares de conducta moral requeridas para la redención.
-
La perspectiva
de origen intrínseco argumenta que la espiritualidad se origina en la
interioridad del individuo. Involucra un sentimiento de estar conectado con uno
mismo, los demás y el universo.
-
La perspectiva
existencial enfatiza la búsqueda activa de significados vitales que
puedan realizarse en la comunidad, familia y el trabajo, contribuyendo al
bienestar, salud y armonía de todos.
Basándose en estas
definiciones se pueden distinguir cuatro formas de relacionar la salud con la
espiritualidad: La relación personalista
no asume una perspectiva espiritual, y por lo tanto, considera que para mejorar
la salud se puede prescindir de la espiritualidad, ya sea en sus formas
religiosas y no religiosas ya que son procesos independientes. La relación tradicional asume una perspectiva
religiosa, y por tanto, para establecer la relación con la salud, comparan la
salud de grupos religiosos y no religiosos. La relación moderna distingue la espiritualidad de religiosidad, considerando
la espiritualidad desde una perspectiva intrínseca, y por lo tanto, para
establecer una relación entre salud y espiritualidad compara la salud en grupos
con alta y baja espiritualidad cotidiana, distinguiendo si son grupos
religiosos y no religiosos. Y por último la relación tautológica, que basándose en una perspectiva existencial,
considera a la salud como parte intrínseca de su definición, ya que es una
espiritualidad que se realiza concretamente en la vida, y por tanto, una
espiritualidad que no contribuye a la salud no es espiritualidad, ya sea
religiosa o no religiosa. Revisemos cómo ha evolucionado el estudio sobre la
espiritualidad y la salud (Quiceno y Vinaccia, 2009).
Eduardo Yentzen (2004),
haciendo un análisis de la espiritualidad en nuestros tiempos. Dice
eufemísticamente que si la modernidad
había declarado la muerte de Dios, la posmodernidad ha anunciado su
resurrección, Dios-dice- ha vuelto, pero con otro rostro. Desde el Parlamento
mundial de las religiones de 1893 la
espiritualidad ha pasado de ser de predominantemente religiosa a
predominantemente intrínseca. En esta circunstancia, es comprensible,
que a partir de ese entonces, los estudios sobre espiritualidad intentaran
caricaturizar la experiencia religiosa, etiquetándola o descalificándola, una
relación de tipo tradicional entre salud y espiritualidad.
Los primeros estudios en
la psicología de la religión se esforzaron, en general, por relacionar la
religiosidad de tradiciones judeo-cristianas con otras variables negativas de
personalidad como la baja autoestima, la ansiedad, el neuroticismo o el
autoritarismo. Sin embargo, dichas
investigaciones fueron poco contundentes, encontrándose solo
correlaciones muy bajas (menores a 0,2) o contradictorias entre distintos
estudios (en algunos estudios se presentaban relaciones negativas, en otros
positivas y en otros relaciones no significativas). Lo único que se saca en
límpio de stas investigaciones es que la apertura como rasgo de personalidad tiende
a estar negativamente correlacionada con una religiosidad de tipo
fundamentalista. Todo parecía indicar que la religiosidad era una variable
mucho más compleja de lo que se pensaba y
una variable multifactorial
con algunas dimensiones más positivas que otras. Además, a partir de estos
estudios, se empezó a postular que la espiritualidad es relativamente independiente de otras dimensiones de la personalidad (Garcés,
1985).
Esta visión peyorativa
sobre las religiones judeo-cristianas que algunos médicos, psicólogos y
sociólogos intentaron infundir, generó diversas reacciones en los círculos
religiosos judeo-cristianos. Algunos
intentaron integrar sus creencias religiosas con las contribuciones de la
psicología, haciéndolas más aceptables de cara a la comunidad. Pero una buena
parte rechazaron a la biopsicosociología, argumentando que las enseñanzas
encontradas en la palabra de Dios son suficientes para la solución de todas las
problemáticas humanas, y, que por lo tanto, podían prescindir de dichos
conocimientos profanos. Más allá de
todas las controversias, es casi indudable que casi todos los pastores y
sacerdotes cristianos aplican algunos principios psicológicos, mientras que algunos
psicólogos han incorporado en sus prácticas y teorías algunos elementos del
cristianismo. Con el tiempo, esta escisión fue desapareciendo, de hecho, hoy en día es ampliamente aceptado que una
religiosidad sana contribuye bienestar físico, mental y social.
Por ejemplo, en una revisión realizada por Quiceno y Vinaccia
(2009) sobre la relación entre espiritualidad y salud. Encontraron que: “en
cuanto a la salud física los estudios han estado centrados particularmente en
la actividad inmunológica, las neoplasias y enfermedades cardiovasculares,
cerebrovasculares, neurológicas y dolor… y en cuanto a la salud mental los
estudios han estado enfocados en las adicciones, el suicidio, la delincuencia,
la ansiedad-depresión, el estrés, la esquizofrenia, el psicoticismo y los
trastornos bipolares...” En general, en todos estos estudios se han encontrado
efectos positivos asociados a la espiritualidad.“Las investigaciones basadas en
la evidencia plantean que aunque las personas no sean sumamente religiosas en
su diario vivir, pueden serlo en momentos de enfermedad, debido a la
experiencia de pérdida de control personal, frente a la situación que los lleva
a la búsqueda de un poder más alto o un Dios para encontrar los propósitos de
la vida y enfrentar situaciones estresantes...”. En otro estudio Mayoral, Laca
y Mejía (2010) establecieron relaciones de tipo modernas, reportando que los
ateos y agnósticos reportaron mayor espiritualidad cotidiana que los cristianos
y católicos, y que la experiencia espiritual cotidiana se correlacionó
positivamente con satisfacción vital, el afecto positivo, y el bienestar
psicológico, y correlacionó negativamente con los indicadores de ansiedad y
depresión.
Bienestar
Subjetivo
Como se puede ver, la
psicología de la espiritualidad converge con la psicología de la salud y la
psicología positiva al considerar la
salud-enfermedad desde un enfoque de promoción, la resiliencia, la
prevención e intervención positiva.
Seligman (2012) elaboró una
clasificación de fortalezas y virtudes
desde una psicología positiva.
Para hacer esta clasificación realizó un análisis de distintas culturas y
épocas históricas, identificando características centrales del carácter
valoradas por filósofos morales y pensadores religiosos. El análisis de éstas
ha dado lugar a un consenso, que considera fundamentales virtudes como la
sabiduría, el coraje, la humanidad, la justicia, la templanza y la
trascendencia. Se trata de valores universales llevados a la acción. Las
fortalezas son los aspectos psicológicos que caracterizan a dichas virtudes,
tales como la apreciación de la belleza, el optimismo, la gratitud, el humor y
la espiritualidad. Según Seligman, existen varias razones por las cuales se ha
considerado a la trascendencia espiritual sea considerada una virtud. La
espiritualidad provee un marco moral y normativo que permite construir una
visión del sí mismo en relación al mundo coherente, y que sirve cómo fuente de
significados y propósitos, facilitando la promoción de emociones, valores y
conductas prosociales y estrategias de apoyo social.
Emmons (2005) es un psicólogo
que ha estudiado con profundidad la religiosidad como un medio de desarrollo
personal y una mejora en la calidad de vida. Según su teoría la espiritualidad
refleja aspectos centrales de la identidad, que cuando logran realizarse
concretamente en la vida, aumenta el sentido de coherencia e integración a
través del tiempo, lo que puede redundar en un mejor bienestar subjetivo o un
aliciente para el desarrollo personal. Según Emmons el bienestar subjetivo está
relacionado con la consecución de metas centrales en la vida. Por su parte, la
espiritualidad ofrece una fe que compromete
y orienta la vida hacia las más profundas aspiraciones humanas, las
preocupaciones últimas, las que se impregnan cada una de las experiencias de
propósito y significado. Al mismo tiempo, este contexto de relaciones
tradicionales espirituales ofrece una visión sobre cómo afrontar la vida, las
estrategias para conseguir esas preocupaciones últimas y los mecanismos para
regular las emociones.
Una razón que explica la
importancia central de la espiritualidad en el funcionamiento motivacional de
la personalidad es la rica vida afectiva en la que se ven envueltas las
experiencias espirituales. Por ejemplo, en
el cristianismo el amor, la gratitud, la
esperanza, el perdón y el gozo suelen asociarse a Dios y a experiencia
espiritual (Taha, Florenzano, Sieverson, Aspillaga y Alliende, 2011; Casullo,
Morandi y Donati, 2006; Valero, 2012). Existen varias razones para esta
relación espiritualidad-afectos:
En primer lugar, la religión prescribe que
emociones y que nivel de intensidad es adecuado a cada situación;
En segundo lugar, la fe como visión de mundo
determina una forma particular de relación con el entorno, lo que tiene
implicancias afectivas, por ejemplo, una religión puede enseñar a tener una
actitud activa y receptiva a otros;
En tercer lugar, la religión tiene una serie de
hábitos que tienen por objeto la regulación de las emociones. Con respecto a la
regulación emocional se suelen distinguir tres tendencias en la vida religiosa.
Los movimientos carismáticos cultivan intensas emociones positivas, los
movimientos contemplativos hacen hincapié en la paz, tranquilidad y el sosiego
de las pasiones (por ejemplo, el cristianismo enseña el dominio de la envidia,
la ira, el orgullo o la lujuria), y los movimientos religiosos metódicos hacen
énfasis en la conciencia emocional y la autorregulación;
Por último, las experiencias místicas son en sí
una singular y poderosa experiencia emocional, en la que se vive una profunda
conexión con lo sagrado y unidad con Dios o el Cosmos.
Pero no se debe pensar
que todas las formas de espiritualidad son positivas, ya hemos analizado
algunas formas de espiritualidad negativa, cuando revisamos los estudios sobre
las sectas destructivas. Por el momento examinemos como puede manifestarse una
religiosidad sana. Para este propósito, es necesario definir lo que es
religión, para luego describir los distintos tipos de religión.
La definición de religión
está compuesta por tres elementos: la religión tiene una creencia sobre la
espiritualidad, un grupo que realiza un rito o costumbre socializada y un
código de conducta que guía la vida. Siguiendo la línea de Fromm y James se han realizado distintas investigaciones
intentando distinguir la religiosidad positiva y negativa.
Pargament (Pargament
y Abu-Raiya, 2007) ha estudiado la religiosidad como un estilo de afrontamiento
frente al estrés, que puede tener consecuencias positivas o negativos,
dependiendo de la primacía de la búsqueda de apoyo social, la reinterpretación
positiva y el afrontamiento activo. En el afrontamiento religioso positivo la
persona intenta purificarse, y busca apoyo o ayuda del líder o miembros del
grupo espiritual, cree en un Dios cercano y benevolente que lo perdonará. En
cambio, en el afrontamiento religioso negativo el sujeto se encuentra
desmoralizado con su proceso de desarrollo espiritual, se siente a merced de
los demonios y no busca ayuda o apoyo, cree que Dios es un ser poderoso que
debe castigarlo por las faltas cometidas.
Pargament (1997) aplicó a
un grupo estudiantes un programa de conversión orientado al afrontamiento
religioso positivo, a partir de lo cual, se separaron los estudiantes en tres
grupos: los conversos, los que experimentaron cambio gradual y los que no se
convirtieron. Además se midió estrés, sucesos vitales, motivación al cambio, y
autoconcepto. Los autores encontraron que en los conversos y lo de cambio
gradual sufrieron un notable cambio en el autoconcepto, habían bajado
significativamente los niveles de estrés y aumentó la percepción de
competencia, en comparación con los no conversos.
Probablemente esta
diferencia se relacione con distintas etapas del desarrollo, y es de esperar
que cuando el sujeto se vaya desarrollando espiritualmente surja una
espiritualidad más sana: Por ejemplo, Gordon Allport (1950) distinguió, la religiosidad inmadura, guiada por motivaciones extrínsecas,
en la que la persona es egoísta y generalmente representa los estereotipos negativos
que se tiene sobre la religión; de la religiosidad
madura, guiada por una motivación intrínseca, en la que la persona es
dinámica y de mente abierta (Simkin y Etchezahar, 2013).
Como se ha descrito a lo
largo del libro, en el último siglo la física, la biología y las ciencias
sociales, están atravesando revoluciones trascendentales, la medicina no podrá
abstraerse de todo ello, y pese a la resistencia, paulatinamente incorporarán
los nuevos descubrimientos en sus prácticas clínicas. Por el momento el desafío
está claro, y se llama “Prevención”, hoy la salud no puede entenderse como un
proceso independiente de los procesos educativos y de desarrollo humano, este
es el camino para el desarrollo de estilos de vida saludable y la construcción
de una cultura preventiva.
Necesitamos entregarle a
la atención primaria de salud un rol protagónico en el sistema sanitario, con
estructuras fractales que permitan una amplia distribución y profunda
compenetración con las personas. Los países que presentan un sistema de salud
basado en una Atención Primaria de Salud (APS) robusta, son aquellos que
cuentan con “equipos profesionales con mayor formación técnica en APS, mayor
tecnología disponible en sus centros de atención y una organización de trabajo
en equipo que combina atención clínica efectiva con un trabajo centrado en la
familia y la comunidad. Modelos de APS con estas características se asocian a
estrategias de atención más integrales, menos redundantes y más eficientes”
(Centro de Políticas Públicas UC, 2014; OMS, 2008). Igual de relevante resulta
prestar mayor atención a los problemas de salud mental, que son considerados
tristemente como “El Pariente Pobre del Sistema de Salud” pese a las altas
tasas de prevalencia de nuestro país (Valdés y Errázuriz, 2012).
BIBLIOGRAFÍA
http://vidaculturaycosmos.blogspot.cl/2017/02/bibliografia.html
BIBLIOGRAFÍA
http://vidaculturaycosmos.blogspot.cl/2017/02/bibliografia.html
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