Rodrigo González, 2017.
Exploración de la
conciencia (y la inconciencia)
Normalmente la conciencia
es definida como un proceso por medio del cual un ser se conoce y se valora a
sí mismo y a su entorno en relación al tiempo, es decir, se refiere al proceso
de construcción de una cosmovisión o de una visión del sí mismo en relación al
mundo. Sin embargo, esta definición resulta insuficiente para explicar la
complejidad de la experiencia conciente, especialmente la experiencia humana
conciente.
La conciencia se asocia
en primera instancia a un estado de claridad mental propio de la vigilia, pero
paradójicamente, para muchos investigadores la sola mención de la “conciencia” les
trae ofuscación, como si se mencionara la aparición de un fantasma (Dennet,
2007). Es cierto que, aunque todos hemos experimentado dicho estado al
despertarnos, aún así resulta un concepto de escurridiza definición, de manera
que el tema que sigue hasta nuestros días abierto a múltiples interpretaciones.
Respecto a la conciencia
como estado de claridad mental debemos hacer varias observaciones: Primero que
nada, es importante precisar que no existe un solo estado, sino distintos
estados de conciencia. E incluso, un solo individuo puede tener personalidades
escindidas que pueden manifestar distintos estados de conciencia al mismo
tiempo. En segundo lugar, la conciencia puede ayudarnos a conocer la realidad,
pero asimismo puede transfigurar o distorsionar nuestra percepción de la
realidad. En tercer lugar, la conciencia no es necesariamente un fenómeno individual
o local. Y en cuarto lugar, esta definición desestima el valor del inconciente,
que también cumple un papel fundamental en los procesos prepersonales,
personales y transpersonales.
Modelo Tridimensional de Conciencia
Para comprender el
fenómeno conciente, y su contraparte inconciente, tomaremos en cuenta tres ejes
dimensionales: las diferencias cuantitativas de conciencia, las diferencias
cualitativas de conciencia, y el nivel de amplitud y profundidad de los estados
de conciencia.
Las diferencias
cuantitativas de conciencia dan cuenta del nivel de energía disponible en ese
momento para la realización de los principios valóricos que rigen un universo
simbólico. Pueden fluctuar desde el estado de coma, pasando por el sueño, la
ensoñación, la vigilia, hasta llegar a la concentración, en la cual está
dispuesta toda la energía potencial para la satisfacción de necesidades y
realización de valores.
Las diferencias
cualitativas de conciencia se distinguen según las necesidades humanas que las
orientan, los niveles de autocontrol y dominio del entorno. De manera que se
diferencian tres estados de existencia: (1) El estado existencial
subconciente se caracteriza por un bajo nivel de autocontrol, bajo dominio
del entorno, y por orientarse a la satisfacción de necesidades de deficiencia.
La subconciencia puede ser alterada por medios
externos o inducida por mecanismos inconcientes del sujeto. (2) El
estado existencial concienciente se caracteriza por niveles medios de
autocontrol y dominio del entorno, y por dirigirse a la realización necesidades
de crecimiento. Existen tres tipos, la conciencia: ingenua, la ordinaria y la
crítica. (3) La supraconciencia se caracteriza por elevados niveles de
autocontrol y por estar dirigidas a la realización de necesidad de
trascendencia. Existen dos tipos, la hiperconciencia y la des-identificación.
Pero el modelo no estaría
completo si no incluye el nivel de participación del estado de conciencia, pues
el estado de conciencia es fundamentalmente un resultado de procesos
comunicativos o relacionales. La participación puede aumentar o disminuir de
acuerdo al nivel de profundidad y amplitud vincular.
La profundidad de la
conciencia guarda relación el nivel de aceptación, comprensión, compromiso e
implicación de las relaciones comunicativas. Por ejemplo, un sujeto o grupo
determinado puede estar especialmente preocupado por los animales, mientras que
de las plantas ni siquiera se acuerda, entonces diríamos que tiene un mayor
nivel de conciencia respecto a los animales.
La amplitud de los
estados de conciencia se asocia al nivel de integración con la dinámica cosmos,
el establecimiento de redes comunicativas que integren los diversos niveles de
organización en diferentes círculos de pertenencia, y una conexión con diversos
cursos temporales. En otras palabras que tan concientes estamos sobre lo que
ocurre en nuestras células, en nuestra familia, nuestro grupo social, nuestro
ecosistema y nuestro cosmos con toda su amplitud tempo-espacial.
También es fundamental
comprender que las tres dimensiones del modelo están interrelacionadas. Por
ejemplo, mientras más elevado es el nivel de profundidad y amplitud es más
fácil acceder a estados supraconcientes y a mejores niveles de concentración.
Así mismo, es importante
recordar la estrecha relación existente entre los estados de conciencia y la
cosmovisión. Pues, en cada uno de los estados de conciencia se dan distintas
dinámicas energéticas entre los diversos estratos y dimensiones del universo
simbólico.
El estudio de la
conciencia se puede separar en dos grandes temas: los estados convencionales de
conciencia (vigilia, sueño y ensoñación) y los estados no convencionales de
conciencia. A su vez este último se divide en estados disociativos de
conciencia (disociación afectiva, adicciones, etc.), y los estados holotrópicos
de conciencia (psicodelia, crisis espiritual, chamanismo y meditación).
BIBLIOGRAFÍA
http://vidaculturaycosmos.blogspot.cl/2017/02/bibliografia.html
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