Rodrigo González, 2017.
Estructuras subconcientes y estados disociativos de conciencia
Los estados
convencionales de conciencia se distinguen porque se experimenta un sentido de
mismidad, de coherencia y de agencia. Por otra parte, existen los estados
disociativos de conciencia, donde se vive una pluralidad de agentes causales de
la conducta.
Estos estados
disociativos de conciencia pueden ser bastante frecuentes, abarcando conflictos
de personalidad tan diversos como la neurosis, la bipolaridad, la adicción o la
psicosis.
Como explica Jung (1934) la
disociación es un mecanismo psíquico muy antiguo que puede encontrase en los
pueblos primitivos y que se mantiene hasta nuestros tiempos como uno de los principales recursos, por lo
que resulta injusto catalogar a dichos estados como intrínsecamente negativos.
Jung destaca entre las características del psiquismo primitivo disociado la identificación
de varias almas y la proyección de los elementos del alma en el mundo, dotando
a las circunstancias y a una pluralilidad de seres espirituales de agencia
activa. Actualmente esta experiencia se da en forma algo distinta cuando el
sujeto dice que “ha actuado como si no fuera él mismo”, cuando dice que “algo
externo lo llevó a actuar de tal o cual manera”, cuando el adicto endiosa
aquello que le hace dependiente, o cuando nos sentimos disonantes o infieles a
nuestros propios ideales o vocación.
También pueden ser hasta
cierto punto experiencias disociativas algunas vivencias exepcionales como las
experiencias cercanas a la muerte y otras ya mencionadas el estado hipnótico o
la conciencia crítica. Con la diferencia que dichos estados son solo
momentáneos, es decir son solo estados y no necesariamente estructurales.
Bipolaridad y disociación
afectiva
La disociación afectiva
es otro de esos fenómenos que han llamado la atención de la psicología
transpersonal, contribuyendo a ampliar
nuestra visión respecto a los horizontes poco explorados de la conciencia.
Pierre Janet por medio de
su trabajo descubrió que la conciencia podía escindirse en distintas
personalidades con características y memoria propias. Posteriormente Jung
(1934) por medio de ejercicios asociaciones de palabras llegó a la comprensión
que las parcelas escindidas de la psiques responden a la lógica del complejo
psicológico donde un estímulo evocaba experiencias afectivas intensas y
significativas que activan un tema nuclear, que llevaba al sujeto a vivir momentáneamente en función de su complejo, como si se tratara de un espíritu
tomando posesión de la persona y llevándolo a actos que no realizaría en
condiciones normales.
La investigación
cognitiva ha sido congruente con la hipótesis de complejos, revelando que fuera
de la conciencia, se registra y adquiere información que no se puede
experimentar conscientemente (Ballesteros, 2013).
Peirce y Jastrow (1884)
demostraron que existía una percepción subliminal de tipo inconciente.
Posteriormente, Forgas y Bower (1987) desarrolló el modelo de redes
asociativas, que postulaba que la información relativa a un evento se memoriza
junto con la emoción que provoca. Actualmente se sugiere que el priming
afectivo dado por experiencias previas, influye de modo inconsciente en la
conducta emocional (Ballesteros, 2013) y que que la conciencia no siempre
funciona como una unidad y muchas veces funciona como una multiplicidad
(Joseph, 2011). Lazarus (2000) Distingue entre el procesamiento automático de
las emociones y el proceso emocional dirigido voluntariamente. Mientras que en
los primeros la información fluye desde capas inferiores del sistema nervioso
hasta el cortex, en los procesos emocionales concientes que son procesos donde
la información fluye desde el córtex superior hacia el resto del sistema
nervioso. Rhawn Joseph (2011) explica que la conciencia muchas veces funciona
como una multiplicidad, sobre todo cuando hay una escasa o deficiente conexión
entre las distintas partes del cerebro (por ejemplo, un cuerpo calloso que no
conecta eficientemente el hemisferio derecho e izquierdo, o cuando el área
parietal inferior que se encarga de integrar información perceptual multimodal
y el área prefrontal que conecta el sistema límbico con áreas encargadas de la
autoregulación se encuentran dañadas).
Jung (1934) agrega que
este estado de conciencia es bastante común y se manifiesta en expresiones
cotidianas como: “me ha sacado de quicio”. El problema es cuando, zonas enteras
de nuestra naturaleza pueden reprimirse en el inconciente, de lo que se deriva
una transformación duradera en la
conciencia, que en casos extremos se presenta en la bipolaridad con episodios
psicóticos. Eduardo Grecco (2012), mantiene una opinión muy parecida a la de
Jung, explica que la inmensa mayoría de los bipolares no presentan episodios
psicóticos y logran desenvolverse normalmente. En el bipolar se exacerba un
funcionamiento inherente a la vida humana: “el antagonismo complementario de
los opuestos”.
Como se recuerda, tal
disociación afectiva nace de experiencias intensas que no pueden ser
reconocidas. En el caso del espectro bipolar, Grecco (2012) menciona que su
historia de vida estaba marcada por el desamor, por sentir que no recibíó el
amor, el cuidado y la protección que necesitaba. Luego concluyó, “si no me aman, es porque no lo merezco, y si
no lo merezco es porque no valgo nada”, entonces cuando entra en fase depresiva
deduce que “está bien que no me quieran y que las cosas en la vida me sean
hostiles” o por el contrario, durante la fase maníaca, “estoy indignado, no
necesito nada” (Grecco, 2012). No obstante persiste en ellos el temor a las
perder sus vínculos o destruir sus relaciones afectivas. Bajo el dominio de
la manía se niegan las pérdidas bajo una
fachada omnipotente, en cambio, durante la depresión se acepta una culpabilidad
total sobre dichas perdidas.
Steven Hayes (Hayes,
2004; Hayes, Strosahl y Wilson, 1999) explica que cuando una persona rechaza
tomar contacto con sus experiencias “negativas”, se origina un síndrome de
evitación experiencial, y se genera, a partir de dicha reacción, un efecto
rebote, aumentando las conductas no deseadas y el malestar.
Desde la perspectiva de
Eduardo Grecco (2012), la bipolaridad puede ser un mal o un don dependiendo de
cómo la abordemos. La oscilación emocional propia de la bipolaridad se puede
transformar en un recurso constructivo, del que se pueden sublimar una serie de talentos no
desarrollados.
Efectivamente los estados maníaco-depresivos traen consigo una especial sensibilidad, consiguiéndose
abanicos afectivos y sus consiguientes estados de conciencia mucho más variados
que el resto de la población.
Por ejemplo, cuando el
sujeto entra en una fase maníaca entra a un límite difuso que se conjuga entre
la creatividad propia de un genio y la locura. Es en este espacio, justo antes
de atravesar el límite que conduce a la psicosis, cuando el artista, el
científico, el deportista o el místico pueden entrar en un ejercicio creativo
que fructificará en la obra artística, el descubrimiento, una gran jugada deportiva
o la experiencia mística, según corresponda. Creatividad implica ir más allá de
uno mismo y las circunstancias, y es por medio de la disociación que se logran
entender las cosas desde otras perspectivas que trascienden la propia, lo que
se ve amplificado gracias, al instinto y curiosidad del bipolar.
Por otra parte, aunque en
grados extremos el estado depresivo se asocia ideas irracionales, una moderada
cuota de ánimo depresivo puede aportar realismo al mundo afectivo, previniendo
la aparición del sesgo optimista. Ya hace muchos años que Abramson y Alloy
(1979) descubrieron que los depresivos predecían con mayor exactitud, que los
no depresivos, el grado de control tenían sobre las circunstancias.
Esta visión de la
bipolaridad no es aislada, desde hace algún tiempo que las nuevas terapias
conductuales se han orientado hacia la
clarificación de los valores personales en lugar de centrarse en la mera
reducción de síntomas (Hayes, 2004). El desafío
del bipolar es dejar de recurrir al auxilio externo como único medio de
salvación, y en cambio aprovechar y fortalecer los recursos internos, aprender a
oscilar afectivamente de un modo proporcionado aprovechando los recursos
positivos que aportan los estados maníacos y depresivos, se trata de una
estabilización dinámica que fluctúa dentro del intervalo afectivo donde las
paradojas y antagonismos se hacen conciliables, al matizar las posiciones en
conflicto (Grecco, 2012). Desde la perspectiva
jungueana se habla de alquimia, en fin la integración de los opuestos.
Psicosis y Crisis
Espiritual
Muchos profetas, santos,
chamanes y maestros espirituales de todos los tiempos vivieron intensas
experiencias que, desde una visión biomédica tradicional, serían consideradas
como psicóticas. Por ejemplo, los sutras relatan que cuando Buda iba a
alcanzar la iluminación huestes de demonios se enfilaron para impedirlo. La
Biblia describe otro episodio similar cuando Cristo, fue tentado por el demonio
en el desierto. ¿Cómo entender este fenómeno? ¿Acaso buda y Jesús eran psicóticos?
Ya que existen algunos casos
que han evidenciado estados psicóticos asociados a disciplinas
espirituales (Walsh
y Roche, 1979; García
Monterrey y González, 1992). Es importante explicar cómo se aborda esta
temática en desde una perspectiva transpersonal.
Los primeros
cuestionamientos a la patologización de diversas experiencias espirituales
vinieron desde la misma psiquiatría. Thomas Stephen Szasz y Ronald Laing
impulsaron un movimiento llamado antipsiquiatría, que cuestionaba el
etiquetamiento diagnóstico y los métodos coercitivos impuestos a los sujetos de
atención.
Szasz (1961) creía que
las “enfermedades” mentales eran solo un mito al servicio de los sistemas de
control social. Esto queda en evidencia cuando se constata que, dichas
“enfermedades” no se diagnostican por medio de pruebas biológicas objetivas,
sino que de acuerdo a criterios decretados por los miembros de una asociación de
personeros de alto estatus social. Ronald Laing (1974) explica que la sociedad
moderna es secular, niega la validez subjetiva de la experiencia psicótica y no
comprende el potencial curativo intrínseco de dicho proceso. Laing descubría en
las experiencias psicóticas un complejo sistema de significados provenientes
del inconciente, una sombra que reflejaba la enajenación histórica condicionada
de este reino fenomenológico. Al respecto, Grof (1989) comenta que “no es
sorprendente que cuando la realidad, la fábrica de este mundo, estalla y la
persona entra en otro mundo esta se halle completamente perdida y asustada y
solo encuentre la incomprensión de los demás”.
El contenido de los
episodios psicóticos puede ser ideosincrático o en otras ocasiones tener un
claro fundamento colectivo, trascendente y espiritual. Algunos testimonios de
personas que han superado los episodios psicóticos son reveladores:
“Creo que yo mismo me cause la enfermedad, en
mi intento de penetrar en el otro mundo encontré a sus guardianes naturales, la
encarnación de mi propia debilidad y de mis faltas… Quería acercarse a las
fuentes superiores de la vida. Me debería haber preparado para esto durante un
largo periodo de tiempo, invocando dentro de mí un ser superior e impersonal,
ya que el néctar no está hecho para los labios mortales… los demonios surgieron
del abismo, como el guardián cerbero, negando el acceso a los no autorizados.
En última instancia, esto significa para mí la decisión de morir… Entonces vino
la iluminación. Mediante el ayuno penetré en al verdadera naturaleza de los que
me seducían. Eran alcahuetes e impostores de mi querido yo personal que
carecían totalmente de realidad. Emergió un yo más amplio e inclusivo y pude
abandonar mi anterior personalidad con todo lo que la rodeaba. Vi que esa
personalidad anterior nunca hubiera podido entrar en los reinos de la
trascendencia. Como consecuencia, sentí un terrible dolor, como un golpe
aniquilador, pero fui rescatado y los demonios se fueron consumiendo, se
desvanecieron y desaparecieron” (Testimonio citado por Karl Jasper, en Grof y
Grof, 1989).
Gracias a la
antipsiquiatría se encendió un intenso debate. Moffat (2011) explica que los
psicóticos son los más cuerdos de todos porque se dan cuenta que todo es una
construcción, pero cree que esta sensación les resulta intolerable y terminan
creando su propia construcción. Grof propuso que que algunos episodios
psicóticos son en realidad fases críticas de transformación personal y apertura
espiritual, que si son bien canalizados pueden redundar en desarrollo personal,
las llamó emergencias espirituales (Grof, 2010). Por su parte David Lukoff
(1998), ha enfatizado la necesidad de distinguir los estados místicos con
rasgos psicóticos de los estados psicóticos con rasgos místicos. En la práctica
dicha distinción resulta difícil de realizar, sin embargo, ha sido la mejor
aceptada, incorporándose al DSM como “Problema religioso o espirirual”.
Probablemente la mejor distinción es de Stanislav Grof, quien sostiene que en
el episodio psicótico común se sufre una desorganización progresiva del
psiquismo, mientras que en la emergencia espiritual el psiquismo tiende hacia
la unificación, en caso de recibir una adecuada guía y apoyo espiritual. No
obstante, aun no queda del todo claro como identificarlas, pues en la práctica
dicha tendencia holística solo se puede constatar una vez superado el episodio
psicótico. Finalmente, los terapeutas se guían por su ojo clínico o por el
modelo teórico al que adscriben, tratándolos como emergencia espiritual o como
crisis psicótica según corresponda.
Grof lleva a cabo una
clasificación de “emergencias espirituales”, que aunque no es exaustiva resulta
muy esclarecedora. Estas son: la enfermedad chamánica, el despertar del
kundalini, las experiencias cumbre, el retorno al origen (propio del proceso de
individuación), la crisis de apertura psíquica, las experiencias de vidas
pasadas, la comunicación con guías espirituales y la canalización, las
experiencias cercanas a la muerte, los encuentros cercanos propios del fenómeno
ovni, y la posesión. A esta lista se pueden agregar otras que no necesariamente
tienen connotaciones psicóticas, como el seudo-nirvana, la noche oscura, la
desilusión, la inflación del yo, la conversión, la pérdida de fe, las recaidas
a niveles inferiores de funcionamiento, el sectarismo, entre otras.
Es importante entender
que el mero hecho de que una persona tenga una experiencia no lo hace
espiritual, bien puede tratarse de un fenómeno biofísico o bioquímico
particular que no se integra en un contexto y narrativa correspondiente.
Por otra parte, se debe
tener en cuenta que el desarrollo espiritual no necesariamente implica
emergencias espirituales de connotación psicótica, pueden o no presentarse, y
en los dos casos va. Como explica Grof el misticismo puede manifestarse como un
emerger o por medio de emergencias. El emerger es más fluido y paulatino, las
experiencias emocionales se integran con más facilidad, se vive un sentido de
confianza y cohesión. Por el contrario, las emergencias o crisis implican
cambios más bruscos que desbordan las capacidades del sistema hasta el punto de
amenazarlo. Cuando está en peligro la integridad del paciente o sus cercanos no
se debe descartar el uso de mecanismos de contención como los medicamentos, no
obstante, no se debe olvidar que la tarea del terapeuta es preparar al paciente
para emprender un viaje hacia su interior, para luego aventurarse con él en ese
laberinto de símbolos y, desde dentro de él, traerlo de vuelta (Grof y Grof, 1995;
Grof y Grof, 1989).
Adicción y Apegos
Desde la antigüedad la
humanidad ha experimentado con todo tipo de sustancias y técnicas rituales que
modifican el estado de conciencia. Como ha demostrado la historia, el consumo
de ciertas sustancias puede expandir nuestra conciencia, pero, aunque parezca
contradictorio, con fuerza inusitada puede también contraer la conciencia,
arrastrándonos a la adicción y dependencia. Jesús decía que “nada hay fuera del
hombre y que entre en él, que le pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso
es lo que contamina al hombre”. ¿A qué se refería?...
Generalmente, cuando se
habla de trascendencia espiritual, se entiende con ello que debemos liberarnos
de todo condicionamiento. El Bhagavad-Guita habla de eliminar las siete emociones
y los seis deseos. El Maestro Eckhart decía que era necesario desprenderse de
todo aquello que nos hace esclavos. San Francisco enseñaba a desear pocas cosas
y muy poco. Y en el budismo se considera que la eliminación de los apegos es la
clave para la iluminación. Considerando todo esto se entiende que comprender la
dinámica de la adicción y los apegos revista especial importancia en el campo
transpersonal.
El apego es una
derivación lógica de nuestra existencia y en cierto grado puede considerarse
parte de los estados ordinarios de conciencia. El ser humano para satisfacer
sus necesidades necesita interactuar con el medio físico y social de donde
puede obtener recursos y adquirir experiencias requeridas para el sano
desarrollo de su vida. Con el tiempo esta forma de relación se habitúa, se
puede transformar en un complejo sistema de procesos esquemáticos que integra
percepciones, pensamientos, conductas, sentimientos y procesos fisiológicos que
se autorefuerzan sistemáticamente.
Potencialmentemente,
podemos ser adictos a cualquier cosa que movilice momentáneamente nuestras
psicofisiología: una sustancia, una sensación, una idea, una persona, una
acción, cierto estímulo, etc. Luego, cuando el adictógeno no está, el deseo re-aparecen
con mayor fuerza y se necesita un mayor nivel del adictógeno para obtener el
mismo resultado, entonces se dice que el sujeto se ha vuelto dependiente y que
ya no actúa con libertad, se ha hecho esclavo de sus deseos. Pero lo más
interesante es que el deseo hace una serie de jugarretas, que pueden alterar el
estado perceptual, el sentido de identidad, la proyección y la habituación, o
sea, en la práctica afecta todas las funciones de la conciencia, de manera tal
que se pierde la capacidad para realizar juicios críticos y contextualizados
sobre aspectos parciales de la realidad asociados al adictogeno. Es sobre todo
en el síndrome de abstinencia cuando podemos reconocer el efecto del adictógeno
en la conciencia y en la actitud básica
del sujeto. En última instancia, una alteración de conciencia implica una
dinámica relacional del adicto para mantener su organización a costa del
consumo, es decir, las personas consumen en forma abusiva, en el contexto de
dar continuidad a sus diversos dominios de acoplamiento con el medio (Romero y
Pérez, 2010).
En cierto modo los apegos
nos sumergen en una especie de ilusión: Desde un punto de vista perceptual se
genera una distorsión de la realidad, por ejemplo, vemos más cerca y escuchamos
más fuerte aquellos aspectos de la realidad que nos interesan; Desde un punto
de vista de los pensamientos se puede apreciar una tendencia a la obstinación,
ya que se rechazan indicios que demuestren que la forma de interacción con el
medio que ha sido reforzada es dañina; Desde un punto de vista de los
sentimientos se alteran los niveles de atracción, y dependencia; Y desde una
perspectiva conductual se observa una rigidización de los patrones de conducta.
Rock & Kambouropoulos (2008) argumentan que el craving sería un estado
alterado de conciencia, dado por un acoplamiento estructural al consumo del
adictógeno, que reformula la experiencia, generando un evento de “autoengaño”
del consumidor en relación a no reconocer los efectos inmediatos placenteros y
también a no reconocer las consecuencias negativas asociadas al consumo
excesivo (Romero y Pérez, 2010). El problema de los apegos es que son rígidos, pero
el entorno es cambiante, las cosas van y vienen e inclusive la propia vida se
encuentra supeditada a tribulación y muerte. Como resultado de no poder
satisfacer siempre nuestros deseos, estamos en un constante proceso de
sufrimiento y desilusión. Como explica Jaime Barylko (2000), satisfacer los
deseos sin límites, termina por consumir la subjetividad, aislando al sujeto y
minado su sentido de vida. Quisás, por eso que los grandes maestros
espirituales siempre hablan de seguir el curso natural y tomar las cosas con
ligereza.
En su libro clásico
“Pasos hacia una ecología de la mente”, Bateson (1998) analiza la estrategia de
los Alcohólicos Anónimos para conseguir la sobriedad. En su examen, el autor
describe el rol central que cumple la espiritualidad en el proceso terapéutico.
En un comienzo el adicto establece una relación simétrica con el adictógeno, es
decir, se esfuerza por demostrar que es capaz de manejar el consumo negando su
dependencia, esta dinámica se desarrolla hasta desencadenar una crisis
sistémica (la experiencia de tocar fondo), que motiva al adicto a descentrar su
atención en sí mismo y buscar ayuda en algo superior y en su entorno, el adicto
ya no busca “ganarle” al adictógeno, sino que reconoce que es algo que lo
supera, y se pone a sí mismo en manos de Dios y su comunidad, en términos
técnicos establece una interacción complementaria con el entorno.
En resumen, la
espiritualidad cumple una función terapéutica que cambia el estado de
conciencia en virtud de los procesos de inclusión social que promueve, en Bateson
(1998) la espiritualidad consiste en un acto relacional que suscita estados
motivacionales. Esto nos lleva a comprender el fenómeno del apego desde la
biología de sistemas, y es precisamente esta la dirección que está tomando la investigación
respecto al tema, basta echar una mirada al modelo ECO2, de reducción de
riesgos, o la intervención en redes, donde la importancia del contexto se
vuelve determinante para la calidad de vida (Cordova, Ortíz, Hernández,
Martínez, Chertorisvsky, Toscano, Fajardo, Sotelo, Fromow, Olmos y Rodríguez, 2009).
Es interesante notar como
el proceso de dejar un apego se ajemeja al de duelo, pues en ambos procesos la
aceptación, la búsqueda de sentido y el establecimiento de nuevas formas
vinculares basadas en la búsqueda de apoyo social se vuelven críticas. El
modelo de Prochaska y DiClemente (1989) describe una serie de etapas para
tratar una adicción: precontemplación, contemplación, preparación, acción,
mantenimiento y recaida. Pasar del estado precontemplativo al contemplativo resulta
esencial en este modelo, pues sabemos que el deseo durará sólo unos minutos y
que la atención del sujeto puede focalizarse en otros contenidos de conciencia,
facilitando la participación en espacios de relación incompatibles con el
consumo (Romero y Pérez, 2010). A su
vez, la transición de la precontemplación a la contemplación se asemeja al
proceso de duelo descrito por Kubler-Ross (1973) con sus cinco fases: negación,
rabia, depresión y finalmente la aceptación y aprendizaje.
Como explica el Doctor
Bazian detrás de la insatisfacción siempre se esconde un buscador. Grof describe que muchos participantes de sus
programas de respiración holotrópica, que el alcohol o la heroína eran solo una
caricatura de los que estaban buscando, que lo que en verdad buscaban era
aquella experiencia espiritual que trajera serenidad, claridad y conexión con
el cosmos (Grof y Grof, 1995). En definitiva, da la impresión que los apegos
están en nuestras vidas para dejarnos una lección, la trascendencia de la
persona.
Estados sugestionables de conciencia bajo
la influencia de
persuasión coercitiva
Con la enorme
proliferación de movimientos nuevos espirituales, ¿cómo diferenciar un
verdadero maestro, de un falso maestro?, ¿un verdadero camino espiritual, de
una de una peligrosa secta? No todo lo
que brilla es oro, dice un dicho popular que resulta extremadamente preciso
para el caso. La verdad es que poder diferenciarlos es todo un arte que
requiere bastante cuidado.
Creo que sería de mal
gusto hacer una lista de todas las sectas destructivas, me temo que deberá ser
usted mismo, el lector, quien deberá discernirlo, pues solo me restringiré a
aportar algunos criterios generales.
Algunos movimientos
espirituales se han involucrado en actos de terrorismo, asesinatos, suicidios
colectivos y fraudes a gran escala. Este fenómeno en términos sociológicos ha
sido estudiado como una nueva patología social, característica de nuestra
época. Por lo general, se responsabiliza a los líderes de estos movimientos,
pero ¿no le cabe cierta responsabilidad a los seguidores de estas prácticas
espirituales?, después de todo son ellos los que deben tomar las precauciones
necesarias.
Por otra parte, la
palabra secta se ha convertido en una etiqueta peyorativa, que se usa como
arma, en contra de personas con creencias y costumbres distintas, una forma de
discriminación que genera un clima de intolerancia, es decir, es una definición
arbitraria y muy limitante, luego esta información se publica en medios de
comunicación y se genera un estigma social difícil de borrar.
En un sentido lingüístico
se designa secta a cualquier doctrina enseñada por un maestro y seguida por sus
adeptos, es decir en un sentido estricto su definición no connota maldad. Pero
la iglesia católica popularizó la definición de la secta como una doctrina que
se aleja de lo tradicional, en el sentido de herejía ideológica. Sin embargo,
pasado el tiempo, los sistemas de creencias que fueron considerados “sectas
heréticas” como el budismo o el islam, hoy son considerados en un sentido
ecuménico, como“grandes religiones”. Entonces, ¿Cómo distinguir a las sectas
destructivas sin caer en la discriminación?
Pepe Rodríguez, es un
periodista que ha estudiado con profundidad el fenómeno. Rodríguez (2012) distingue
las “sectas” de las “sectas destructivas”. Una secta destructiva es todo aquel
grupo que en su dinámica de captación y/o adoctrinamiento, utilice técnicas de
persuasión coercitivas que
propicien la destrucción de la personalidad previa del adepto o la dañen
severamente; que ocasione la destrucción total o severa de los lazos afectivos
y de comunicación del sectario con su entorno social habitual y consigo mismo;
que lleve a destruir derechos jurídicos inalienables en un estado de derecho.
Según esta definición cualquier grupo (político, religioso, terapéutico, etc.)
puede convertirse en secta, pero también, un grupo que había funcionado
sectariamente puede dejar de serlo, ya que desarrollan mecanismos de
autorregulación que restringe el desarrollo de corpúsculos sectarios.
Varias teorías
conspirativas sostienen que bajo
la falsa intensión de existir para el pueblo y usando el disfraz de movimientos
políticos, han funcionado desde siempre una serie de sectas perversas.
Más allá de la credibilidad de la laberíntica diversidad de teorías
conspirativas, es importante destacar un punto para el análisis, pues
efectivamente algunos movimientos políticos han demostrado un funcionamiento
sectario. Algunos investigadores intrépidos se han esforzado por estudiar con
seriedad los mecanismos usados por movimientos “políticos” para manipular a la
población y han llegado a importantes conclusiones. A continuación expondré los
estudios de Robert Lifton y Naomi Klein.
Robert Lifton (1989) en su obra “La Reforma del Pensamiento
y la Psicología del Totalitarismo” estudió técnicas de persuasión coercitivas
utilizadas desde los tiempos de Mao hasta la actualidad en China contra los presos de conciencia, para
convertirlos a la ideología comunista y estableció ocho criterios para detectar
cuando se está implementando el llamado lavado de cerebro, actualmente estos
criterios son usados por profesionales para distinguir cuando un grupo está
llevando a cabo prácticas sectarias:
. Control de la atmósfera social y de la comunicación humana,
coartando la comunicación y quitando la posibilidad de pensar.
. Manipulación mística. Construir premeditadamente atmósferas
espirituales que parecen espontáneas pero que en realidad están planeadas y
estudiadas para producir un efecto. La gente interpreta este efecto como espiritual ignorando la
verdad.
. Redefinir el lenguaje. Controlar las palabras es útil para controlar
el pensamiento de las personas. Se adoctrinan clichés simplistas que
desalientan el razonamiento crítico.
. La doctrina sobre la persona. No importa lo que una persona esté
experimentando en la realidad, es la creencia en el dogma lo que es importante.
La creencia del grupo rebasa la conciencia individual y la integridad, en
cuanto a comprobar sus resultados. Por ejemplo, una persona que supuestamente
está sana pero manifiesta síntomas de enfermedad, se sigue asumiendo que está
sana a pesar del sufrimiento de la víctima.
. La ciencia sagrada. Doctrina con el absoluto científico y moral, en
el cual el dogma es incuestionable.
. El culto a la confesión. Manipulación de
la confesión pública para romper los límites personales. Restricciones y
prohibiciones a la privacidad personal. Se abusa del recurso de la confesión
para denigrar y controlar a las personas mediante la información vertida. Se
intenta borrar la individualidad para ser controlado en masa.
. Demandas de pureza inalcanzables.
Estándares inalcanzables de perfección para crear culpabilidad y vergüenza en
los adeptos. La gente es castigada y enseñada a autocastigarse, por no llegar
al ideal que desde el comienzo es imposible de lograr.
. La dispensación de la existencia. El
grupo decide quien tienen derecho a existir y quién no. No existe ninguna
alternativa legítima sino sólo el pertenecer a esa organización.
Naomi
Klein (2007) es investigadora reconocida internacionalmente por indagar cómo
los organismos gubernamentales se han aprovechado de diferentes contingencias
(o han creado ciertas circunstancias) que dejan a la población conmocionada y
confundida, y de esa manera, imponen reformas económicas capitalistas. Naomi
Klein muestra el ejemplo, sobre como las políticas económicas de Milton Friedman
y la Escuela de Economía de Chicago se impusieron en las economías de
Sudamérica en los años setenta. Se centra especialmente en cómo el golpe de
estado en Chile dirigido por Pinochet legitimó el uso de la tortura para forzar
políticas impopulares en forma similar a las técnicas ocupadas en la terapia de
choque.
Muchas de las técnicas
usadas por sectas destructivas fueron refinadas por las agencias de inteligencia
de EEUU, la Unión Soviética y la agencia de seguridad interna de China,
basándose en los estudios de Pavlov sobre la neurosis experimental y los experimentos de Ewen Cameron sobre la terapia de choque. La mayoría de estas
técnicas exponen al sujeto a un elevado nivel de estrés, vulnerabilidad y
aislamiento, en que se vuelve más voluble, luego se ofrece un coctel de
adoctrinamiento acompañado de pequeñas recompensas a cambio de obediencia, en
caso de no conseguirse, se induce culpa o vergüenza, y luego se sigue
sometiendo al individuo al miedo y la inseguridad.
Harris y sus colegas (Harris,
Sheth y Cohen, 2008; Harris, Kaplan, Curiel, Bookheimer, Lacoboni y Cohen, 2009)
han mostrado los correlatos neuronales asociados a la creencia, incertidumbre e
incredulidad. Se utilizó resonancia magnética funcional en el cerebro de
-cristianos y no creyentes- que evaluaban la verdad y la falsedad de las
proposiciones religiosas y no religiosas. Para ambos grupos ante sendos
estímulos, la creencia se asoció con una mayor activación en la corteza
prefrontal ventromedial y la aceptación final se basó en un procesamiento
hedónista en la corteza prefrontal medial y la ínsula anterior. Los estímulos
religiosos se asocian más a regiones que regulan la emoción, la auto-representación
y el conflicto cognitivo, mientras que los estímulos no religiosos se asociaron
a redes de recuperación de la memoria. También se observó tiempos de respuesta
más largos para respuestas falsas en personas religiosas. Estos esperimentos nos
pueden dar luces sobre como se lleva a cabo el lavado de cerebro, básicamente
lo que se hace es que aquellos estímulos que se asociaban a una emoción
positiva, se asocian reiteradamentecon emociones negativas, lo que lleva al
sujeto a un estado de incredulidad sobre todas sus creencias, luego para
afianzar las nuevas creencias se le fuerza a memorizar nuevos contenidos que
tienen que ser evocados en escasos tiempos de respuesta asociándolos a
emociones positivas. También, podemos entender el lavado de cerebro como
proceso psicosocial de dominio de una esferas de vida sobre otra, primero se
lleva al adepto al campo de lo ilegitimo o antinatural, para luego naturalizar
los fundamentos ideológicos de la secta.
Recientemente, hemos sido
testigos de cómo el temor se ha apoderado de la conciencia de millones de
personas a finales de 2012, al finalizar el último baktún de la cuenta larga
del calendario maya. Son precisamente este tipo de episodios los que son
utilizados por las sectas destructivas para disminuir el nivel de conciencia de
la población dejándola suceptible a su influencia.Seamos cautos, pero no
tengamos miedo, lo grupos humanos son dinámicos, en un momento se puede
manifestar su aspecto más lo positivo y en otros más un funcionamiento más
sectario, o viceversa, además, dentro de un mismo grupo puede haber importantes
diferencias entre subgrupos, por lo que no es correcto generalizar.
Por último, me gustaría
transmitir un mensaje de Alberto Alfaro sobre las incongruencias que tiene la
sociedad frente a las sectas, y así,
dejar la discusión abierta, reflejando lo agudo del tema. Alfaro (2007) explica:
“Una de las características más controversiales de las sectas destructivas, son
los suicidios colectivos de decenas o centenares de personas, por supuestos
motivos religiosos, aunque sea bajo su voluntad, y estén convencidos que hacen
lo mejor, son juzgados por ser amoral. Por otro lado, los países mandan a la
guerra a miles de jóvenes que no desean morir, pero que siguen una ideología y
hacen caso a las órdenes de sus superiores, los mandan a morir y a matar, por
intereses políticos de unos pocos, y eso es completamente permitido, aceptado y
premiado por ser moralmente correcto, y llaman a esto, nacionalismo. Realmente
creo que algo no está del todo claro”… siendo más preciso, comprender los
estados sugestionables de conciencia resulta útil para comprender no solo el
fenómeno de las sectas, sino una lógica cultural coercitiva y la infinidad de
fenómenos asociados a ella, como la violencia ejercida hacia la mujer, el acoso
laboral, la dinámica de aculturación, el nacionalismo, etc.
BIBLIOGRAFÍA
http://vidaculturaycosmos.blogspot.cl/2017/02/bibliografia.html
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