Rodrigo González, 2017.
Educación holística
La educación como
disciplina tecnológica surge de una matriz religiosa, el pastor o párroco
devino en profesor, los feligreses en alumnos y los templos en escuelas. Pero desde
mediados del siglo XVI, la escuela sufrió un profundo proceso de secularización
y desacralización, que profanó la matriz de su estructura sagrada, sus
objetivos pastorales se fueron mezclando con los propósitos del Estado Moderno,
el cientificismo positivista y los procesos de Indistrialización. A pesar de
ello, en un comienzo la escuela “mantiene el carácter sagrado en su estructura
organizativa y en su funcionamiento” pues solo seculariza el control y los
fines de la educación que en ella se imparten. Sin embargo, a partir de fines
siglo XX se produce un quiebre con el
proyecto moderno, que fractura también la estructura secularizada de la escuela
moderna, que a duras penas había logrado mantener el carácter sagrado de su
estructura. Este vuelco no es solo una crítica a las características del modelo
educativo moderno (contenidos irrelevantes, metodologías obsoletas, instrumento
al servicio de las clases dominantes, etc.), lo que está en juego es la
institución educativa y como tal deja de ser un espacio sagrado, deja de ser un
espacio con valor trascendente que lo distinga de otros, entonces el pragmatismo y el escepticismo se hace dueños
de la estructura (Noro, 2010).
Aun se pueden ver sombras sin fe que caminan entre aquellos
antiguos templos que carecen hoy de todo significado profundo. ¿Será el fin o
estamos ante el nacimiento de algo nuevo?, el surgimiento de internet, los
modelos educativos que han ido emergiendo, y los cambios que se están viviendo
en la sociedad nos hacen pensar que hay algo más allá. Es indudable que la
sociedad está pasando por profundos cambios, algo también está ocurriendo con
la infancia, evidencia de ello es la explosión de niños diagnosticados con
Trastorno de Déficit Atencional e Hiperactividad. ¿Qué es lo que ocurre? ¿Los niños
están cambiando o es la sociedad la que no logra adaptarse? Son cada vez son
más comunes los niños que
reflejan con su conducta las incongruencias de su entorno, o se sienten
incómodos en ambientes competitivos como los que promueve nuestra cultura. Ivette
Carrión (2006) está convencida que no se ha comprendido la esencia de este
fenómeno, lo que le pasaría es que estos pequeños son los signos de un gran cambio
global. Ante este nuevo escenario, la educación también amerita un cambio igual
de profundo. La respuesta educativa
frente a este cambio global se llama educación holística.
Partamos definiendo los
fundamentos de nuestro estudio. En términos amplios entenderemos la educación
como aquel proceso de desarrollo humano que implica la interacción entre seres
humanos dentro de una comunidad educativa. Como
todo proceso,
la educación implica un devenir de estados distintos, por lo tanto, se da por
supuesto que la educación debe dirigirse a cambiar el estado de las cosas y no a
reproducir o mantener un estatus quo. Pero el cambio tiene un sentido, y dicho
sentido es el desarrollo de quienes se involucran en el proceso. Interpretamos
el desarrollo como el despliegue del potencial de un ser, de todo aquello que
puede llegar a ser. Si bien la pedagogía holística reconoce que todo ser humano
tiene potenciales negativos y positivos, se guarda la esperanza de que la
educación pueda sacar lo mejor que cada ser lleva adentro. ¿Por qué guardamos
dicha esperanza? Porque el ser humano necesita de otros para vivir, y en medida
que los seres humanos logren convivir, dicha interacción favorecerá a ambas
partes. Por lo tanto, cuando hablamos de seres humanos, asumimos que cada uno
de ellos tiene una dignidad intrínseca y que del reconocimiento mutuo de dicha
dignidad emanan condiciones necesarias para el desarrollo de quienes conviven
dentro de una comunidad. Es decir, no se trata de un proceso de desarrollo individual,
sino de un proceso donde todos quienes participan se ven enriquecidos unos por
otro.
La educación holística
tiene tres características muy distintivas: una epistemología humilde y
participativa, el fortalecimiento de la conciencia trascendente y la
integralidad.
La pedagogía holística se
sostiene en una epistemología humilde y
participativa. Ana María González Garza (2009) sostiene que en la
educación holística “todos somos a la vez educados y educadores. No se puede
dar lo que no se tiene, no se puede enseñar lo que no se sabe, no se puede
compartir lo que no se ha experimentado”. Por lo tanto el verdadero educador es
aquel que facilita el aprendizaje acompañando al educando en su proceso de
desarrollo y al mismo tiempo aprendiendo de la experiencia.
No se puede desconocer
que un antecedente importante de la educación holística sería la educación católica
por su énfasis en la comunidad educativa, la formación valórica, el compromiso
social y la espiritualidad. No obstante, hay que aclarar que la educación
holística difiere significativamente de las escuelas católicas en su
perspectiva epistemológica, pues estas últimas aún se rigen por el antiguo
paradigma epistemológico que establece relaciones jerárquicas basadas en el
saber. Así mismo la educación holística también difiere notablemente del
laicismo educativo, pues evita caer en el relativismo moral postmoderno (Gallegos,
2008). El holismo se basa en el nuevo paradigma epistemológico, la
transmodernidad y como consecuencia promueve una actitud más abierta, crítica,
activa y participativa de parte de todos los actores de la comunidad educativa.
Para lograr este propósito se propone un curriculum abierto, flexible y
dinámico, que otorgue a cada comunidad educativa la responsabilidad de definir
en forma autónoma los énfasis que darán a su currículo. Entonces, ¿Cómo se
toman dichas decisiones?
Una característica que
comparten todas las propuestas pedagógicas transpersonales es que consideran la
integralidad del ser humano,
comprendiendo al ser humano en su máxima complejidad. Es importante tener en
cuenta que la educación no es solo aquello que dicta un profesor en una sala de
clase, para bien o para mal, estamos educando todo el tiempo, pues la educación
es un proceso vital inseparable de su contexto, seguidamente, ha de contextualizarse
en dos sentidos: tiene que hacerse cargo de las problemáticas sociales y
medioambientales que enfrentamos como humanidad y tiene que considerar las
vivencias y experiencias de los alumnos.
Por ejemplo, el avance
tecnológico permite tener todo el conocimiento a nuestra disposición,
disminuyendo drásticamente la trascendencia de memorizar contenidos, en el
mismo sentido, el progreso de la maquinaria automatizada reduce la importancia
de las operaciones físicas. En cambio se vuelven mucho más importantes las
habilidades sociales, la creatividad, y la moralidad. Considerando este
análisis la UNESCO ha establecido cuatro grandes pilares de la educación, que
se traducen en aspectos de toda competencia a desarrollar: “aprender a
conocer”, “aprender a hacer”, “aprender a convivir” y “aprender a ser” (Delors,
1996). Todo ello implica dar mayor realce a lo que en Chile conocemos como
objetivos transversales, una dimensión educativa dejada en segundo plano por el
modelo educativo de nuestro país.
Entonces ¿Debemos asumir estos
valores como absolutos?, no necesariamente, pero las comunidades educativas pueden
usarlas como criterios provisionales que les permita orientar su labor
pedagógica en tanto las definen en forma más autónoma. Por dar un ejemplo, en
búsqueda de una mayor integralidad, algunos pedagogos transpersonales, también
han propuesto, superar la fragmentación del conocimiento, integrando las
distintas de las asignaturas, o han incorporando conocimientos transculturales
y milenarios. La esencia del proceso de construcción colectiva de un currículum
radica en que ello es en sí mismo un proceso educativo de máxima importancia,
que aumenta el nivel de conciencia de quienes se involucran participativamente
en la comunidad educativa.
El énfasis en el desarrollo
de la conciencia trascendente o supraconciencia es uno de sus factores más
característicos de la educación holística. Hasta el momento he conocido tres
formas en que se ha aplicado este principio:
William James (2005) fue uno de
los primeros en centrarse en la importancia de la atención voluntaria sostenida
en los ámbitos de la moral, en el campo de la educación y en otras facetas
importantes de la vida, heredando este legado, el modelo cognitivo ha
incentivado la enseñanza masiva de la atención plena en los jardines, escuelas
y universidades, lo que suele complementarse con talleres de habilidades
sociales y psicología positiva, que se aplican como parte de cursos de
desarrollo personal o actividades extracurriculares.
El segundo modelo tiene como
evidente referente a Wilber. Ramón Gallegos (1999, 2000), viene desarrollando durante
la última década un exahustivo Modelo Multinivel-Multidimensión que describe
los distintos niveles de conciencia (individual, comunitario, social,
planetario, y cósmico) en seis dimensiones: dimensión corporal, dimensión
emocional, dimensión cognitiva, dimensión estética y dimensión espiritual.
Adhiriendo diversos modelos pedagógicos a la intersección de cada dimensión y
de cada nivel. Este modelo considera la espiritualidad la lógica interna del
contenido curricular y no como una actividad anexa.
Más cercano al modelo
participativo de Ferrer, Agustín de la Herrán (2009), ha entendido la pedagogía como un proceso de
concientización cooperativa, donde el docente inspira mediante su propio
ejemplo un sentido de responsabilidad y de trascendencia histórica que permite
integrar el proyecto de vida de los educandos en un proyecto común que aporta
al desarrollo de la humanidad y el ecosistema.
Entendido así, el modelo es una continuidad lógica de la formación
valórica y del saber ser, siendo indisociable del currículum y ha de aplicarse
mediante la práctica de un constante proceso de
investigación-acción-participativa que integra niveles de complejidad cada vez
mayores (UNESCO, 2015).
La Declaración Universal de
Derechos Humanos (ONU, 1948) proclama que “todos los pueblos y naciones deben
esforzarse, a fin de que tanto los individuos como las instituciones,
inspirándose constantemente en ella, promuevan, mediante la enseñanza y la
educación, el respeto a estos derechos y libertades, y aseguren, por medidas progresivas
de carácter nacional e internacional, su reconocimiento y aplicación universal
y efectiva”. De ello se deduce que la más alta aspiración de la Declaración es
llegar a una “sociedad educativa”, donde todas las instituciones públicas y
privadas se conviertan en comunidades educativas. Pero para lograr esta hondo
anhelo debemos revolucionar nuestra mentalidad y ámbitos tan importantes como
la administración, la economía y la política.
BIBLIOGRAFÍA
http://vidaculturaycosmos.blogspot.cl/2017/02/bibliografia.html
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